viernes, 30 de noviembre de 2018

II (de "Primeras poesías")


   II

   Urbano y dulce revuelo
  suscitando fresca brisa
 para sazón de sonrisa
             que agosta el ardor del suelo;
          pues si aquel mudo señuelo
   de caña y papel, pasivo
     al curvo desmayo estivo,
       aún queda, brusca delicia,
 la que abre tu caricia,
oh ventilador cautivo.


El segundo poema de Primeras poesías es una décima, estrofa de diez versos octosílabos con rima abbaaccddc. Es una de las más conocidas por su contenido humorístico, que mucho debe a Salinas y a Guillén. El tema del poema es un ventilador, y el uso de objetos mecánicos como temas poéticos ya había sido utilizado por Salinas y Guillén, además de ser un rasgo característico de la poesía futurista que impregna el estilo de la época.

El ventilador es caracterizado como "urbano revuelo", y se puede entender en su doble acepción; es urbano pues pertenece a la ciudad, es un aparato eléctrico que se utiliza en el mundo moderno, y también es urbano pues es comedido y correcto, ya que solo funciona cuando se enciende. La ironía de Cernuda se aprecia en la elección del adjetivo. El aire que genera el ventilador provoca la sonrisa del beneficiario, que ve así aliviado el calor que lo envuelve (vv 1-4). Frente a la potencia del electrodoméstico, Cernuda contrapone el deficiente rendimiento de un abanico, "mudo señuelo de caña y papel". El abanico es "señuelo" porque distrae y engaña, sin lograr eliminar el calor; es además "pasivo" porque depende de la acción del brazo humano para funcionar, mientras que el ventilador es autónomo. El abanico requiere de la persona, y esa relación se describe por medio de una metonimia ("curvo"), atendiendo a la forma del abanico y también al arco descrito al moverlo, y metafóricamente  ("desmayo"), pues el abanico se mueve hacia delante y se detiene en cada ciclo, como si se desvaneciera. La preferencia por el ventilador se subraya en el verso final, invocación humorística a la máquina que además se define como "cautivo", debido a la rejilla protectora que cubre las aspas. 

Es un poema ingenioso y humorístico que indirectamente se recrea en el aire (uno de los elementos constitutivos del libro) pero que no comparte el tono dominante de ensimismamiento y reflexión del poemario.  

I (de "Primeras poesías")


   I

  Va la brisa reciente
      por el espacio esbelta,
        y en las hojas cantando
   abre una primavera.

          Sobre el límpido abismo
   del cielo se divisan,
       como dichas primeras,
      primeras golondrinas.


         Tan sólo un árbol turba
             la distancia que duerme,
   así el fervor alerta
         la indolencia presente.


         Verdes están las hojas,
   el crepúsculo huye.
         anegándose en sombra
  las fugitivas luces.


     En su paz la ventana
restituye a diario
   las estrellas, el aire
           y el que estaba soñando.

El poema que abre Primeras poesías ha sufrido un cambio desde la versión primitiva publicada en Perfil del aire. Cernuda estiliza la expresión y abandona las exclamaciones que lo abrían para rebajar su expresividad. 

Se compone el poema de cinco cuartetas heptasílabas con rima asonante en los versos pares. Dicha rima  cambia en cada cuarteta ("e-a" en la primera, "i-a" en la segunda, "e-e" en la tercera, "u-e" en la carta y "a-o" en la quinta).  Como particularidad métrica, en el verso 14 no se realiza la sinalefa entre "crepúsculo" y "huye" porque la segunda palabra comienza por sílaba acentuada, lo que rítmicamente suele provocar que no se unan las sílabas.  

Se describe en las dos primeras estrofas una visión tradicional de la primavera que puede identificarse con la juventud del poeta. Su ímpetu se manifiesta en forma de brisa, que parece ser la fuerza que genera esa energía (una primera referencia al aire, elemento fundamental en el libro si recordamos además su título original, Perfil del aire). Esa brisa atraviesa las hojas del árboles y las hace sonar ("y en las hojas cantando"), y parece como si ella misma fuera el inicio de la primavera. El cielo, visto desde la perspectiva del suelo se presenta como "un límpido abismo" en el que se destacan las primeras golondrinas, anuncio de la primavera. Este paisaje estilizado solo se rompe con la presencia de un árbol, que "turba la distancia que duerme". Es el único elemento que se superpone en el perfil del horizonte, del mismo modo que el fervor (el entusiasmo, el deseo) rompe la tranquilidad.

La presencia del árbol en la estrofa central no es gratuita; las dos primeras muestran ese paisaje dominado por la brisa y un horizonte que solo quiebra ese árbol. La temporalidad ocupa la cuarta estrofa; se trata del atardecer, las hojas se ven verdes todavía, pero enseguida el sol se pone y todo queda sumido en la oscuridad. Y es en ese momento cuando aparece el marco desde el que se contempla ese paisaje: la ventana que se abre al exterior y que con la noche permite la contemplación de las estrellas y la entrada del aire. Pero la noche también permite que vuelva a su sitio "el que estaba soñando", el poeta, perdido en las ensoñaciones que provoca ese instante intenso. La tranquilidad que gozaba y que interrumpió el fervor (del mismo modo que el árbol se interponía en la vista) es la que recupera el poeta al final, devuelto a la paz de la noche. 

Se anuncian así en este poema algunos de los temas que dominarán a lo largo del poemario:  la calma fracturada por deseos repentinos, el poeta arrastrado por sentimientos arrebatados, la noche como entorno propicio, el contraste entre el espacio interior y el exterior o la soledad.

El paso de "Perfil del aire" (1927) a "Primeras poesías" (1936)



Luis Cernuda publica su primer poemario en 1927 como suplemento de la revista malagueña Litoral. El libro está compuesto de veintinueve poemas. Cernuda utiliza dos estrofas en su composición, décimas y cuartetas en versos heptasílabos con rima arromanzada (versos pares en asonante). De manera bastante equilibrada alterna ambos metros a lo largo del libro, con una ligera superioridad de los poemas compuestos por cuartetas (dieciséis), frente a las trece décimas que conforman el resto del volumen.


El libro está dedicado a Pedro Salinas, que por aquellos años constituía una de las amistades más firmes del poeta sevillano. Salinas había sido profesor de literatura de Cernuda en su primer año de Universidad, pero su relación surgió después. Cernuda apenas se hizo notar en las clases del poeta profesor y obtuvo un simple aprobado en la materia. Más tarde, Cernuda se integrará en la tertulia literaria que Salinas tenía en Sevilla, y este servirá de guía y consejero al joven en sus años de formación como poeta. Sin embargo, la publicación de Perfil del aire constituye el inicio del distanciamiento entre los dos, en parte por la ambigua posición de Salinas sobre la obra primeriza de Cernuda. Cuando el libro vuelva a editarse, ya con el título de Primeras poesías, la dedicatoria ha desaparecido.

El origen de la polémica hay que buscarlo en la pretendida influencia que Jorge Guillén ejerció sobre Cernuda en sus primeros años. Las décimas del sevillano tenían mucho en común con las que el vallisoletano utilizaba como metro característico y que se habían convertido en una marca de su estilo. Publicadas en revistas, o leídas por sus amigos en las tertulias (no olvidemos la importante amistad que unía a Guillén y a Salinas), aún no contaban con ninguna edición en libro. De hecho, el primer libro de Guillén, Cántico, no se publica hasta el año siguiente como suplemento de la Revista de Occidente. El vallisoletano se opuso en privado a la publicación de Perfil del aire, pues consideraba que una obra que podía considerarse heredera de su influencia estética no podía aparecer antes que la primera edición de sus poemas. El epistolario de Guillén y Salinas muestra los derroteros de esta cuestión, y los inútiles intentos de Salinas, tras su apoyo inicial, por detener la publicación en Litoral del poemario. 

La crítica se cebó con el libro de Cernuda, principalmente por considerarlo una copia de Guillén. Resulta llamativo porque era habitual que la prensa fuera elogiosa con la obra de los autores primerizos, y porque en la mayoría de los casos la lectura que se hacía de los libros era superficial o inexistente, con lo que los críticos se limitaban en muchos casos a repetir lugares comunes o a insistir en aspectos obvios que no requerían mucha profundización. La influencia de Guillén se sustentará en el hecho de que Cernuda utiliza la misma estrofa que el vallisoletano había devuelto al escenario poético. Cernuda siempre alegará que Cántico se publicó después que Perfil del aire y que por tanto no pudo ejercer influencia sobre él, cuando lo cierto era que conocía muchos de esos poemas aunque no se hubiesen publicado aún en un volumen. En su defensa se puede decir que Cernuda hace suya la estrofa y la imprime de su propia personalidad. El propio Guillén escribe a Cernuda para felicitarle por la publicación del libro e insiste que en que posee una voz propia y que no puede hablarse únicamente de influencias. Más importante fue la ejercida por Juan Ramón Jiménez o Reverdy, tal y como señala Derek Harris, que no fue destacada por la crítica y sí son una presencia importante en este poemario.

Cernuda retocará muchos de los poemas de la colección cuando vuelvan a publicarse constituyendo la sección Primeras poesías de La realidad y el deseo, que aparece en 1935. Llega a suprimir diez de ellos y añade cuatro nuevos poemas: dos sonetos (VIII y XIX), una décima (XVII) y otro poema formado por cuartetas heptasílabas (VII). La depuración llevada a cabo por el autor acerca más los textos a sus postulados estéticos y no debe entenderse como una reescritura sino como un ajuste al tono y al vocabulario del autor, como oportunamente puntualiza Luis Maristany.

Estos poemas iniciales de Cernuda tienen un marcado intimismo, y la dualidad entre dos espacios (el interior, simbolizado por el cuarto que sirve del encierro al poeta, y el exterior, la naturaleza que en muchos casos se vislumbra a través de la ventana), sustenta la dialéctica establecida a lo largo del libro. No hay más presencia humana en esta colección de poemas que la del autor, que en ocasiones se desdibuja y apenas se percibe. Los estados melancólicos, de absorta contemplación y de espera, muestran concomitancia con el primer Juan Ramón. Como muy bien ha analizado J. M. Aguirre, en todos los poemas del libro hay una "atmósfera de indolente emoción que [.] los unifica" y aparecen constantes referencias a la noche. La otra influencia del libro, Reverdy, es una deuda que el propio Cernuda recogerá en "El Crítico, el Amigo y el Poeta", cuando explica que aprendió del poeta francés "ascetismo poético". Es cierto que Reverdy utiliza un vocabulario reducido que huye de la ornamentación verbal, enseñanza que Cernuda parece haber aprendido del libro Les Epaves du Ciel; sin embargo, también el francés destaca por su capacidad para plasmar con detalle y precisión el detalle que le sirve para expresar los estados emocionales de su poesía, y esta característica, una de las más importantes de Reverdy, no se plasma en Perfil del aire, como ha escrito Terence McMullan en su análisis de las influencias del francés en Cernuda. Más bien al contrario: su primer poemario presenta una sensibilidad intelectualizada, con gran cantidad de lenguaje abstracto, frente a la escasa presencia en Reverdy.

En entradas posteriores analizaremos algunos poemas del libro donde se aprecian todas estas explicaciones. Nos centraremos en las versiones contenidas en Primera poesías, ignorando las contenidas en Perfil del aire, pues el autor dispuso en las sucesivas ediciones de La realidad y el deseo que aquellas eran las definitivas. De igual manera, no nos detendremos en analizar los diez poemas eliminados de Perfil del aire. Para un análisis detallado del primer poemario, sus variantes, cambios y poemas desechados, remitimos a la monografía "Perfil del aire: con otras obras olvidadas e inéditas, documentos y epistolario" de Derek Harris. 


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"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...