domingo, 20 de enero de 2019

"Todo esto por amor" (de "Un río, un amor")



"Todo esto por amor"

Derriban gigantes de los bosques para hacer un durmiente,
derriban los instintos como flores,
deseos como estrellas
para hacer sólo un hombre con su estigma de hombre.

Que derriben también imperios de una noche,
monarquías de un beso,
no significa nada;
que derriben los ojos, que derriben las manos como estatuas vacías,

acaso dice menos.

Mas este amor cerrado por ver sólo su forma,
su forma entre las brumas escarlata,
quiere imponer la vida, como otoño ascendiendo tantas hojas
hacia el último cielo,
donde estrellas
sus labios dan otras estrellas,
donde mis ojos, estos ojos,
se despiertan en otro.


El poema se divide en tres estrofas donde, a pesar de su aparente incoherencia, las imágenes surrealistas esconden un mensaje claro sobre la superación de los inconvenientes y la permanencia de la esperanza por muy leve que sea. En ese sentido, el poema es un rayo de optimismo que contrasta con el tono general del poemario y prefigura el espíritu de su siguiente libro, Los placeres prohibidos. En el poema se abandona, como ya es habitual, las estructuras tradicionales y se opta por versos de ritmo endecasilábico sin rima.

La primera estrofa se inicia con una imagen de gran plasticidad: "Derriban gigantes de los árboles", que consigue transmitir la inmensidad y la exuberancia de esos árboles que una fuerza negativa se dedica a destruir. En su lugar quieren hacer "un durmiente". Frente a la vitalidad de grandes árboles (la fuerza de la naturaleza, producto de años de actividad constante), la pasividad del acto de dormir, estéril, que no produce frutos. Además, se rompe la verticalidad de esos árboles (símbolo de ascensión, de sublimación) para ser sustituidos por la horizontalidad. Se trata de acabar con los instintos y los deseos, todo los que surge de manera espontánea en el hombre y que constituye su verdadera esencia. Esas mismas fuerzas represoras "Derriban los instintos como flores / deseos como estrellas", símbolo de la belleza, de la ilusión, de los sueños por cumplir. Pero como acertadamente explica Ibon Zubiaur, la elección de los dos elementos de comparación esconden una pequeña resistencia: las flores son derribadas, pero volverán a florecer al año siguiente; del mismo modo, aunque la estrella sea destruida, su luz seguirá llegándonos. Hay pues una pequeña rendija para la esperanza que se intuye y que se materializará en la última estrofa del poema. La finalidad de esas fuerzas es clara: "para hacer sólo un hombre con su estigma de hombre". Se trata de una fuerza castradora orientada a destruir todo atisbo de diferencia para que el hombre llegue a ser un hombre según las normas de la sociedad, incluyendo aquellos rasgos que se consideran negativos "con su estigma de hombre" (v. 4).

EL poeta se enfrenta entonces a aquellos detrás de ese ansia de destrucción, desafiándolos a que derriben también "imperios de una noche", "monarquías de un beso" (dos imágenes que resaltan el papel superior del amor como elemento supremo), porque sabe que no conseguirán ningún triunfo con ello: "No significa nada" (v. 7). Hay en ello cierto ironía por parte de Cernuda, así como en la exageración siguiente: "Que derriben los ojos, que derriben las manos como estatuas vacías" (v. 8), que para él tiene aún menos significado ("acaso dice menos"). Eliminar la vista y el tacto no supondría el fin de la pasión y esa violencia no conseguiría su objetivo pues el hombre continuaría deseando.

La última estrofa abandona cualquier rasgo de ironía o sarcasmo por parte del poeta, porque en él abre su corazón y explica de dónde surgen las fuerzas que lo llevan a oponerse a esas fuerzas negativas. Su amor es un amor "cerrado" (secreto, escondido, que no se abre al exterior) "por ver sólo su forma". Su amor no se comunica a los demás para que nadie vea su forma, una forma que solo se intuye "entre las brumas escarlatas", en la niebla, cuando nadie puede verlo con claridad. Es evidente que Cernuda se está refiriendo a su orientación sexual, que no puede hacer pública, pero que "quiere imponer la vida". Su deseo se abre paso y busca materializarse, hacerse presente y real "como otoño ascendiendo tantas hojas / hacia el último cielo". La idea de la ascensión de las hojas está también relacionada con la que aparecía en el primer verso (oposición de la verticalidad y la horizontalidad), donde se identificaba con la fertilidad, la vida, la ascensión. Aquí, además, adquiere un matiz de utopía imposible con esa visión de las hojas que suben en lugar de bajar. Cernuda sueña con un mundo donde el erotismo no distinga sexos ni nombres y sea libre para todos, de ahí que se valga de esa metáfora (un otoño que eleva las hojas al cielo) para presentar un mundo "donde estrellas sus labios dan otras estrellas". El símbolo del amor homosexual es claro, y el poeta se identifica claramente con él en los dos versos finales, al aclarar que también él querría que sus ojos despertaran reflejados en los de otra persona. Recupera además la imagen de la estrella, usada en el v. 3 para identificar al deseo, con lo cual se acentúa la idea de la pasión amorosa.     

A pesar de la oposición que encuentra en la sociedad, el poeta lucha por conseguir ese amor, ese deseo oculto que aspira alcanzar en el futuro. La consumación de esta pasión será objeto de desarrollo en el libro posterior, Los placeres prohibidos (1931).  

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El que tengo aquí colgado

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    2. imaginate estudiar un 21 de dicmebre a las 3 de la mañana y decir qu enote ha gustado el poema

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  2. si hay alguien que esta hasta los huevos de cernuda como yo solo queria desearos que os vaya muy bien en el examen que tengais d este hombre y q vivais la vida

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