viernes, 7 de febrero de 2020

"Despedida" (de "Desolación de la Quimera")


"Despedida"

Muchachos

Que nunca fuisteis compañeros de mi vida,
Adiós.
Muchachos
Que no seréis nunca compañeros de mi vida,                                                 5
Adiós.

El tiempo de una vida nos separa
Infranqueable:
A un lado la juventud libre y risueña;
A otro la vejez humillante e inhóspita.                                                         10

De joven no sabía
Ver la hermosura, codiciarla, poseerla;
De viejo la he aprendido
y veo a la hermosura, mas la codicio inútilmente.

Mano de viejo mancha                                                                                15
El cuerpo juvenil si intenta acariciarlo.
Con solitaria dignidad el viejo debe
Pasar de largo junto a la tentación tardía.

Frescos y codiciables son los labios besados,
Labios nunca besados más codiciables y frescos aparecen.                            20
¿Qué remedio, amigos? ¿Qué remedio?
Bien lo sé: no lo hay.

Qué dulce hubiera sido
En vuestra compañía vivir un tiempo:
Bañarse juntos en aguas de una playa caliente,                                            25
Compartir bebida y alimento en una mesa.
Sonreír, conversar, pasearse
Mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música.

Seguid, seguid así, tan descuidadamente,
Atrayendo al amor, atrayendo al deseo.                                                        30
No cuidéis de la herida que la hermosura vuestra y vuestra gracia abren
En este transeúnte inmune en apariencia a ellas.

Adiós, adiós, manojos de gracias y donaires.
Que yo pronto he de irme, confiado,
Adonde, anudado el roto hilo, diga y haga                                                    35
Lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y hacer aquí no supe.

Adiós, adiós, compañeros imposibles.
Que ya tan sólo aprendo
A morir, deseando
Veros de nuevo, hermosos igualmente                                                         40
En alguna otra vida. 

Emotivo poema en el que Cernuda, presentida ya su muerte, se despide de los jóvenes, objeto de su deseo que queda ya fuera de su alcance. El poema se compone de 9 estrofas de extensión similar (entre 4 y 6 versos), de versos libres de distinta medida. 

En la primera estrofa presenta Cernuda el contenido del poema: se despide de los jóvenes que nunca fueron sus compañeros pero que tampoco lo serán en el futuro, marcando así desde el principio la separación que lo aísla de esos muchachos que tanto admira. Esta idea se acentúa en la segunda estrofa, donde explícitamente muestra que "el tiempo de una vida" (es decir, la edad que el poeta tiene, ya casi sesenta años) levanta un muro entre la juventud y la vejez, que se presentan de manera simétrica en los versos 9 y 10 con dos adjetivos cada una para subrayar esa diferencia: "la juventud libre y risueña, /[.] la vejez humillante e inhóspita".

La tercera estrofa ofrece una reflexión sobre el paso del tiempo que está inspirado en un poema de vejez de Yeats ("After long silence"), que también trata en sus últimos versos la contradicción de una juventud ignorante frente a una vejez de sabiduría que nada puede hacer ya con esa conocimiento sobre la belleza. Las dos estrofas siguientes (cuatro y cinco) desarrollan esta idea: la mano de un anciano no debe acercarse a un cuerpo joven, y aquel debe tener la dignidad de alejarse de la tentación (estrofa cuatro). Los labios besados despiertan el deseo de volver a besarlos, y acertadamente, Cernuda sostiene que mucho más atrayentes son los que nunca se han besado, ya que son la manifestación del deseo. Pero queda claro que al poeta no le queda más remedio que aceptar la imposibilidad de hacerlo (estrofa cinco), insistiendo en esa idea de que todo queda en mera contemplación.

En la sexta estrofa Cernuda se deja llevar por la ensoñación de suponer cómo habría podido ser compartir con ellos un tiempo; eso le habría permitido contemplar de cerca la energía y vitalidad de la juventud, ahora tan lejana para él. Solo le queda desearles que sigan siendo como son (estrofa séptima), provocando deseos a su alrededor aunque eso suponga el sufrimiento de alguien que como él contempla impotente ese fruto que ya no puede tocar. 

En las dos últimas estrofas hay ecos de la despedida de Cervantes en el "Prólogo" de su última obra, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, donde se despide así:

¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!


Cernuda glosa y cita las palabras del autor clásico en ambas estrofas. En la primera anuncia su muerte, con una bella imagen del "roto hilo" de las Parcas (el hilo de la vida, que las Parcas cortaban cuando llegaba el final de un hombre), que en la otra vida permanecerá "anudado" (es decir, recuperado con ello la conciencia). Eso le permitirá hacer y decir allá todo lo que en vida no pudo. Concluye con la recomendación final de Cervantes (estrofa novena) donde al deseo de volver a verlos en la otra vida, añade un inevitable "hermosos" que subraya esa inclinación por la belleza del poeta sevillano.

A pesar de su tema, el poema es todo un canto a la vida y una aceptación alegre de la muerte. No se recrea Cernuda en el temor al fin ni en la desesperación que pudiera causarle; al contrario, canta la vitalidad y la energía de la juventud, que poseyó en el pasado, a la que pide que siga comportándose así, manteniendo activo el ciclo infinito de la vida. 

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