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viernes, 18 de enero de 2019

"Cuerpo en pena" (de "Un río, un amor")


“Cuerpo en pena”

Lentamente el ahogado recorre sus dominios
Donde el silencio quita su apariencia a la vida.
Transparentes llanuras inmóviles le ofrecen
Árboles sin colores y pájaros callados.

Las sombras indecisas alargándose tiemblan,
Mas el viento no mueve sus alas irisadas;
Si el ahogado sacude sus lívidos recuerdos,
Halla un golpe de luz, la memoria del aire.

Un vidrio denso tiembla delante de las cosas,
Un vidrio que despierta formas color de olvido;
Olvidos de tristeza, de un amor, de la vida,
Ahogados como un cuerpo sin luz, sin aire, muerto.

Delicados, con prisa, se insinúan apenas
Vagos revuelos grises, encendiendo en el agua
Reflejos de metal o aceros relucientes,
Y su rumbo acuchilla las simétricas olas.

Flores de luz tranquila despiertan a lo lejos,
Flores de luz quizá, o miradas tan bellas
Como pudo el ahogado soñarlas una noche,
Sin amor ni dolor, en su tumba infinita.

A su fulgor el agua seducida se aquieta,
Azulada sonrisa asomando en sus ondas.
Sonrisas, oh miradas alegres de los labios;
Miradas, oh sonrisas de la luz triunfante.

Desdobla sus espejos la prisión delicada;
Claridad sinuosa, errantes perspectivas.
Perspectivas que rompe con su dolor ya muerto
Ese pálido rostro que solemne aparece.

Su insomnio maquinal el ahogado pasea.
El silencio impasible sonríe en sus oídos.
Inestable vacío sin alba ni crepúsculo,
Monótona tristeza, emoción en ruinas.

En plena mar al fin, sin rumbo, a toda vela;
Hacia lo lejos, más, hacia la flor sin nombre.
Atravesar ligero como pájaro herido
Ese cristal confuso, esas luces extrañas.

Pálido entre las ondas cada vez más opacas
El ahogado ligero se pierde ciegamente
En el fondo nocturno como un astro apagado.
Hacia lo lejos, sí, hacia el aire sin nombre.

Se repite en este poema la técnica de antropomorficación que aparecía en “Remordimiento en traje de noche”. En este caso, es un ahogado el que sirve para reflejar el vacío del poeta. El ahogado, valiéndose de la expresión “alma en pena”, que hace referencia al alma errante y solitaria, se convierte aquí en cuerpo en pena que recorre sus dominios y se alimenta de los recuerdos del pasado (“si el ahogado sacude sus lívidos recuerdos, / halla un golpe de luz, la memoria del aire”). Frente a esos momentos de claridad que trae la memoria, su paseo se rodea de un espacio yerto y sin vida (“árboles sin colores y pájaros callados”, “llanuras inmóviles”) que es reflejo de su propia esterilidad.

Solo hay pequeños destellos de claridad en su mundo submarino (como se lee en la cuarta estrofa), “vagos revuelos grises” que traen reflejos luminosos a su rumbo que se guía por el ritmo repetido de las olas (“las simétricas olas”). Hay continuas referencias al agua, como es lógico, en ese vagar sin destino. En la quinta estrofa, el ahogado vislumbra flores de luz que soñó quizás en su tumba y que le sirven de ilusión. Esos fulgores actúan creando cierta felicidad a su alrededor (“sonrisas, oh miradas alegres de los labios”), como la promesa de una felicidad posible (estrofa sexta); pero a pesar de la predisposición que crea a su alrededor, acaba destruyéndose esa posibilidad ante la visión de “su dolor ya muerto / ese pálido rostro que solemne aparece” (estrofa séptima). 

El ahogado se muestra en su máximo esplendor en la estrofa octava: “inestable vacío sin alba ni crepúsculo / monótona tristeza, emoción en ruinas”. El silencio, la degradación y la desesperación de un tiempo que no se acaba son sus únicos acompañantes. El ahogado ha llegado al mar (estrofa novena), pero no acaba ahí su viaje. Se intuye un destino final, “la flor sin nombre”, ese ideal inalcanzable al que pretende llegar tras cruzar la inmensidad del océano, “ese cristal confuso, esas luces extrañas”. El ahogado se desvanece a lo lejos, sin detenerse en su errante recorrido, repitiéndose con una variación el verso 34, donde la flor se convierte en “el aire sin nombre”, su objetivo imposible, la redención que no llega.

Escrito el 29 de abril de 1929, este cuarto poema del libro mantiene la estructura de cuartetos alejandrinos sin rima que ha empleado en los tres poemas anteriores, aunque ahora no se trata de tres sino de diez cuartetos. Derek Harris reconoce en la primera parte ecos de T. S. Eliot y su poema "The Hollow men"con el que comparte la imagen de la devastación y la esterilidad externa, así como una clara referencia a "Le bateau ivre" de Rimbaud en la figura del ahogado.    

"Quisiera estar solo en el sur" (de "Un río, un amor")




“Quisiera estar solo en el sur”

                          Quizá mis lentos ojos no verán más el sur 
                          de ligeros paisajes dormidos en el aire, 
                          con cuerpos a la sombra de ramas como flores 
                          o huyendo en un galope de caballos furiosos. 

                          El sur es un desierto que llora mientras canta, 
                          y esa voz no se extingue como pájaro muerto; 
                          hacia el mar encamina sus deseos amargos 
                          abriendo un eco débil que vive lentamente. 

                          En el sur tan distante quiero estar confundido. 
                          La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; 
                          su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. 
                          Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

El título del poema, según el propio Cernuda, proviene de un disco de jazz, I want to be alone in the South, que le sirvió de inspiración para escribirlo. La utilización de títulos de películas, discos o canciones es una técnica surrealista derivada del collage que se aprecia en muchos poemas de este libro. El sur al que hace referencia es el que corresponde a los estados sureños de Estados Unidos, aunque algunos críticos han querido ver en ello en realidad una referencia velada a Andalucía, espacio de la infancia y adolescencia (de nuevo, el paraíso perdido) de la que se encuentra alejado. 

El poema presenta dicho espacio como un lugar al que el poeta no volverá (“Quizás mis lentos ojos no volverán al sur”) y que pese a su dureza posee un atractivo y una magia que no tienen otros lugares: “El sur es un desierto que llora mientras canta”, “Su niebla misma ríe, blanca en el viento”, “Su oscuridad, su luz son bellezas iguales”. La presentación del sur como espacio utópico es habitual en las canciones tradicionales americanas y Cernuda parece haberse inspirado en ello para el poema. Se muestra como un naturaleza desbordante ("a la sombra de ramas como flores"), dotada de una energía y una pasión desbordante ("un galope de caballos furiosos"). La aspiración del poeta es confundirse con ese sur tan distante  (v. 9), es decir, formar parte de ese mundo que está tan lejos. 

Temáticamente, pertenecería a ese segundo grupo de poemas centrados en paisajes exóticos y lejanos del que hemos hablado en la introducción que responden a un claro deseo de evasión por parte del poeta, que busca un espacio propicio dado que en el que habita no ha conseguido la felicidad que desea. Desde el punto de vista formal, Cernuda recurre de nuevo al alejandrino y al verso  libre ordenados en tres cuartetos, como en el poema anterior, manteniendo aún una forma tradicional.

jueves, 17 de enero de 2019

"Remordimiento en traje de noche" (de "Un río, un amor")




      “Remordimiento en traje de noche”

            Un hombre gris avanza por la calle de niebla;
        No lo sospecha nadie. Es un cuerpo vacío;
           Vacío como pampa, como mar, como viento,
                Desiertos tan amargos bajo un cielo implacable.

  Es el tiempo pasado, y sus alas ahora
              Entre la sombra encuentran una pálida fuerza;
             Es el remordimiento, que de noche, dudando,
           En secreto aproxima su sombra descuidada.

             No estrechéis esa mano. La yedra altivamente
            Ascenderá cubriendo los troncos del invierno.
          Invisible en la calma el hombre gris camina.
                    ¿No sentís a los muertos? Mas la tierra está sorda.


El primer poema del libro nos introduce rápidamente en el tono afectivo del poemario. Presenta a un hombre gris que avanza por la ciudad, figura alegórica del tiempo pasado, objeto de los remordimientos, ahora inalcanzable. Su vacío interior es inmenso, y se acentúa por la acumulación de comparaciones (v. 3 "como pampa, como mar, como viento") que insisten en su tamaño. Es un ángel caído (no puede usar ya sus alas: "y sus alas ahora / entre la sombra encuentran una pálida fuerza" ) del que conviene alejarse para no contaminarse, como se afirma en los v. 9-10 (“la yedra altivamente / ascenderá cubriendo los troncos del invierno”). A pesar del sufrimiento que simboliza (¿"No sentís a los muertos?"), el mundo parece ajeno a su dolor (“Mas la tierra está sorda”).

El poema utiliza la técnica de la antropomorficación (es decir, la presentación en forma humana de un concepto, una idea o un sentimiento); en este caso, se trata del remordimiento, a modo de símbolo, que aparece ya en el título y en verso. Ese procedimiento literario de antropomorficación se da ya en el título, pues presenta al remordimiento con ropaje humanos, un "traje de noche" que remite al escenario nocturno en el que se desarrolla el poema. La imagen del ángel caído es tópica en la literatura de vanguardia (Sobre los ángeles, de Alberti), así como la del hombre vacío que intenta reflejar el vacío existencial de la época (también aparece en Poeta en Nueva York de Lorca). En este caso, el vacío viene motivado por el fracaso emocional que Cernuda encuentra en su vida, como hemos comentado al hablar del poemario en la entrada anterior. 

No se trata aún de una construcción plenamente surrealista, como si lo serán otros poemas del libro: no hay imágenes inconexas, los símbolos son asimilables, así como las asociaciones empleadas. Este fue el primer poema que Cernuda escribió en Toulouse bajo el impulso del surrealismo (el 15 de abril de 1929) y que lo llevó a continuar su escritura en esa dirección, pero aún se aprecian en él rasgos de su estética anterior, como es el mantenimiento de la métrica tradicional (son todos versos alejandrinos agrupados en cuartetos), aunque se trate de versos libres sin rima. 

martes, 15 de enero de 2019

"Elegía" (de "Égloga, Elegía, Oda")


                  "Elegía"


Este lugar, hostil a los oscuros 
Avances de la noche vencedora, 
Ignorado respira ante la aurora, 
Sordamente feliz entre sus muros.

Pereza, noche, amor, la estancia quieta             5
Bajo una débil claridad ofrece.
El esplendor sus llamas adormece
En la lánguida atmósfera secreta.


Y la pálida lámpara vislumbra
Rosas, venas de azul, grito ligero                    10
De un contorno desnudo, prisionero 

Tenuemente abolido en la penumbra.

Rosas tiernas, amables a la mano
Que un dulce afán impulsa estremecida, 

Venas de ardiente azul; toda una vida             15
Al insensible sueño vuelta en vano.


¿Vive o es una sombra, mármol frío 
En reposo inmortal, pura presencia 
Ofreciendo su estéril indolencia 
Con un claro, cruel escalofrío?                        20

Al indeciso soplo lento oscila
El bulto langoroso; se estremece 

Y del seno la onda oculta crece 
Al labio donde nace y se aniquila.

Equívoca delicia. Esa hermosura                     25
No rinde su abandono a ningún dueño; 

Camina desdeñosa por su sueño, 
Pisando una falaz ribera oscura.

Del obstinado amante fugitiva, 
Rompe los delicados, blandos lazos.                30
A la mortal caricia, entre los brazos, 
¿Qué pureza tan súbita la esquiva?

Soledad amorosa. Ocioso yace
El cuerpo juvenil perfecto y leve. 

Melancólica pausa. En triste nieve                   35
El ardor soberano se deshace.

¿Y que esperar, amor? Sólo un hastío, 
El amargor profundo, los despojos. 
Llorando vanamente ven los ojos
Ese entreabierto lecho torpe y frío.                 40


Tibio blancor, jardín fugaz, ardiente, 
Donde el eterno fruto se tendía
Y el labio alegre, dócil lo mordía
En un vasto sopor indiferente.


De aquel sueño orgulloso en su fecundo,         45
Esplendido poder, una lejana
Forma dormida queda, ausente y vana 

Entre la sorda soledad del mundo.

Esta insaciable, ávida amargura, 
Flecha contra la gloria del amante,                 50
¿Enturbia ese sereno diamante
De la angélica noche inmóvil, pura?


Mas no. De un nuevo albor el rumbo lento 
Transparenta tan leve luz dudosa.
El pájaro en su rama melodiosa                     55
Alisando está el ala, el dulce acento.


Ya con rumor suave la belleza 
Esperada del mundo otra vez nace, 
Y su onda monótona deshace
Este remoto dejo de tristeza.                        60

Este poema es el más cercano temáticamente al universo de Perfil del aire. Está formado por quince cuartetos endecasílabos de rima consonante ABBA, estrofa que también se emplea en “Homenaje”. No sigue en esto Cernuda la preceptiva clásica de la elegía, que solía escribirse en tercetos encadenados, aunque es cierto que el subgénero poético contaba con cierta libertad estrófica.

El cuarteto inicial enlaza con la imagen final del poema anterior. La noche había llegado en el último verso de la "Égloga", que se presentaba con malos presagios ("el horror nocturno de las cosas"). Aquí nos encontramos dentro de un reducto que se opone a esa noche invasora: "Este lugar, hostil a los oscuros / avances de la noche vencedora, / ignorando respira ante la aurora / sordamente feliz entre sus muros". De nuevo, tal y como ocurría en muchos textos del poemario anterior, el interior del hogar es un espacio protegido donde el poeta se siente a salvo.

De manera sugerente, se presenta la penumbra de la habitación ("Pereza, noche, amor") como un lugar favorable a la intimidad. El poeta se desdobla entonces para contemplarse a sí mismo. Él es ese cuerpo desnudo que se intuye en el lecho, cuya silueta apenas se puede ver en la oscuridad ("de un contorno desnudo, prisionero /  tenuemente abolido en la penumbra"). Ese cuerpo, que en el v. 10 se ha presentado en dos apuntes impresionistas ("Rosas, venas de azul"), se amplía explicando que las rosas (la carne), son "tiernas, amables a la mano"   (es un cuerpo que invita a ser acariciado), y las venas "de ardiente azul", simbolizando así la fuerza de la sangre que conducen, y por extensión, la pasión amorosa. Pero esa pasión no halla resolución pues el cuerpo está dormido: "toda una vida / al insensible sueño vuelta en vano").

Se pregunta entonces el poeta (v. 17-20) si el cuerpo está vivo o no, pues al sueño al que se entrega lo sume en un estado de inmovilidad y pasividad que hace dudar de su situación. El poeta lo compara con una estatua de mármol por su blancura y falta de movimiento, que transmite la frialdad de la piedra y su "estéril indolencia" (recordemos que "indolencia" era una de las palabras claves en Primeras poesías). Lógicamente, su esterilidad está relacionada con su aparente falta de vida, aunque tendrá un segundo significado que veremos más adelante. El siguiente cuarteto confirma que el cuerpo está vivo: el ligero ritmo de su respiración lo atestigua, que estremece al cuerpo lánguido ("langoso") y nace y muere en sus labios con cada inspiración y expiración.

El cuerpo es una  "Equívoca delicia" (v. 25). El adjetivo está muy bien elegido, porque destaca el carácter engañoso de ese cuerpo admirado en la penumbra. "No rinde su abandono a ningún dueño": es decir, no se entrega a la pasión amorosa con nadie pues está sumido en el sueño, "pisando una falaz ribera oscura", la falsa realidad percibida mientras se duerme.

Ese desdoblamiento que hemos señalado en la figura del poeta es también doble. Ese cuerpo contemplado es el suyo propio, pero al mismo tiempo, es la ensoñación creada en torno al cuerpo deseado. Cernuda comienza a aclarar cuáles son sus inclinaciones, aunque evita mostrar a las claras el género masculino de su amante imaginado. Por ello mantiene la referencia a la "delicia" de género femenino a lo largo del cuarteto siguiente (vv. 29-32). La presenta como "fugitiva" del amante, del que ha roto los lazos, y el poeta se pregunta por qué evita la caricia entre sus brazos.

La respuesta se halla en el cuarteto siguiente: la "Soledad amorosa" (v. 33) hace referencia a la auténtica situación de ese cuerpo contemplado. Está solo y se ha entregado al deseo en soledad. Su cuerpo joven se detiene al terminar ("melancólica pausa"), y entonces le invade la tristeza porque su placer ha sido solitario. Cernuda ha descrito con sutileza una masturbación donde juega con la perspectiva de los cuerpos. Se ha descrito a sí mismo, pero al mismo tiempo, describía ese cuerpo imaginado mientras dejaba volar su imaginación. En ese sentido debemos también interpretar la referencia a la esterilidad del v. 19 de la que hemos hablado.

El poeta se pregunta entonces qué otra cosa se puede esperar. El vacío que se apodera de él lo lleva a reconocer su soledad, que lo lleva a aceptar "los despojos" como sustituto del amor, y llora al contemplar su cama vacía, donde nadie lo acompaña. Rememora por unos momentos esa fantasía momentánea que se había creado ("Tibio blancor, jardín fugaz, ardiente") , representación del deseo simbolizado en ese fruto y en el labio que lo muerde. Pero esa imagen solo existe en su imaginación ("en un vasto sopor indiferente"). Solo le queda un recuerdo de lo que ha imaginado, "forma dormida, queda, ausente y vana / entre la sorda soledad del mundo". Su melancolía subraya la futilidad de su sueño, que no existe ni posee consistencia.

Una nueva pregunta retórica (vv. 51-52) hace al poeta plantearse si su amargura, que no se ha calmado con el acto sexual, puede perturbar la paz y la pureza de la noche. La promesa del amanecer, que se intuye ya en el cielo ("De un nuevo albor el rumbo lento / transparente tan leve luz dudosa") despeja toda sospecha. Hay además en estos versos de Cernuda un claro homenaje al famoso verso de  Góngora ("pisando la dudosa luz del día") que cierra la novena octava de la Fábula de Polifemo. Un pájaro está empezando a prepararse para cantar, imagen que se muestra por medio de una bella hipálage ("El pájaro en su rama melodiosa").

El último cuarteto supone el fin de estos melancólicos pensamientos nocturnos. La llegada de un nuevo día (como también ocurría en algunos poemas de Primeras poesías), acaba con estos presagios funestos nacidos en la oscuridad, que son sustituidos por la belleza con su "rumor suave".

Terminado el análisis del poema, cabe preguntarse por el significado de su título. "Elegía" es una composición lírica que lamenta la muerte de alguien o un hecho funesto. Podemos interpretar que es la noche y los deseos no correspondidos los que se lloran en este poema, o más concretamente, la ausencia de un objeto de deseo. La elegía así no se dirigiría hacia alguien muerto sino hacia alguien que aún no existe, a ese amante soñado que no ha llegado aún, pero cuya ausencia causa la misma tristeza en el poeta. También podría interpretarse, como hace Manuel Ulacia, que Cernuda en este poema deja atrás su adolescencia, a la que sepulta definitivamente, al definir su orientación sexual, aunque esta decisión la cause sufrimiento.    

domingo, 13 de enero de 2019

"Homenaje" (de "Égloga, Elegía, Oda")


     "Homenaje"


     Ni mirto ni laurel. Fatal extiende
          su frontera insaciable el vasto muro

           por la tiniebla fúnebre. En lo oscuro,
            todo vibrante, un claro son asciende.

   Cálida voz extinta, sin la pluma
      que opacamente blanca la vestía,
 ráfagas de su antigua melodía
        levanta arrebatada entre la bruma.

  Es un rumor celándose suave;
            tras una gloria triste, quiere, anhela.
           Con su acento armonioso se desvela
ese silencio sólido tan grave.

        El tiempo, duramente acumulando
           olvido hacia el cantor, no lo aniquila;
        siempre joven su voz, late y oscila,
             al mundo de los hombres va cantando.

             Mas el vuelo mortal tan dulce ¿adonde
         perdidamente huyó? Deshecho brío,
       el mármol absoluto en un sombrío
  reposo melancólico lo esconde.

 Qué paz estéril, solitaria, llena
      aquel vivir pasado, en lontananza,
      aunque, trabajo bello, con pujanza
           aún surta esa perenne, humana vena.

Toda nítida aquí, vivaz perdura
          en un son que es ahora transparente.
     Pero un eco, tan solo; ya no siente
           quien le infundió tan lúcida hermosura.



El poema se titulaba en su primera edición en la revista Carmen "Homenaje a Fray Luis de León", pero la referencia al poeta castellano desaparece en las versiones posteriores. Se compone el poema de siete cuartetos con la estructura clásica de versos endecasílabos y rima consonante ABBA. Dicha estructura había aparecido ya en algunos poemas que Cernuda escribió en la etapa final de Perfil del aire y que se publicaron en prensa, y que culminan esta etapa de experimentación formal de la que este libro es su mejor exponente. 

La presencia del poema al comienzo del libro marca su tono y su condición de declaración de intenciones: un homenaje a Fray Luis es un homenaje a la poesía clásica del Renacimiento, a Garcilaso, al estilo contenido y sobrio que domina en todo el poemario. Cernuda elimina la referencia explícita al poeta renacentista con la intención de trascenderla. El homenaje se dirige al Poeta con mayúsculas, aunque en su origen se pudiera identificar con Fray Luis. Con ello Cernuda nos señala el tema de este breve poemario: la poesía misma, la creación, el poeta. 

“Ni mirto ni laurel”. Las primeras palabras del poema son una clara referencia al mundo clásico: el laurel es la planta que servía para coronar a los poetas, a los deportistas y a los héroes de guerra, símbolo de Apolo. El mirto tenía varias significaciones: en la Grecia clásica era símbolo de fertilidad y fidelidad. Es la planta de Venus y en Roma se mantiene su uso erótico. Aquí simboliza el amor fiel, pues ese es el uso que sigue teniendo en la actualidad como representación del amor matrimonial. Cernuda afirma de partida que ni el amor ni la fama perduran: “fatal extiende / su frontera insaciable el vasto muro”; esa muralla es el triunfo de la muerte. Pero en la oscuridad de la muerte, se escucha un canto, “un claro son asciende”.

Esa “cálida voz extinta” es la voz de poeta, que aunque ya no viva (“sin la pluma / que opacamente la vestía”) sigue llegándonos al presente a través de su obra escrita. La tercera estrofa nos explica que tras “la gloria triste” (el éxito que tuviera en vida), el poema “quiere, anhela”, desea ser escuchado, consiguiendo con ello desvelar “ese silencio sólido tan grave”, es decir, sobrepasar los límites de la muerte. Aunque el tiempo nos haga olvidar al poeta, su obra permanece intacta (“siempre joven su voz”) para ser disfrutada por los lectores.

Los tres últimos cuartetos insisten en la idea de la trascendencia de la obra más allá del autor: el cuerpo descansa ya en el mausoleo de mármol su sueño eterno (“mármol absoluto”), un descanso ya sin fruto (“paz estéril”) pues lejos queda el vivir, aunque permanezca la “humana vena”, la lírica que seguirá sonando como un eco del creador que le dio vida (“quien le infundió tan lúcida hermosura”).

La colocación de “Homenaje”al frente de Égloga, Elegía, Oda se entiende a la perfección porque el poema sirve de ideario de la concepción poética de Cernuda y es una respuesta a los desvelos que está viviendo a consecuencia de las críticas negativas a su primer libro. El poeta perdurará a través de su obra, y a ella se entrega en estos textos complejos y depurados que constituyen una etapa más en su formación como escritor.

Es interesante además constatar que en 1928 se celebraba, tras el centenario de Góngora del año anterior, el de Fray Luis de León, y que algunas revistas (como Carmen) dedicaron números monográficos a la memoria del poeta renacentista. En el primer número de esta revista (donde apareció este poema por primera vez) se hizo una defensa de la estrofa tradicional, en línea con toda una tendencia dentro de la poesía de la época, de la que Égloga, Elegía, Oda es un claro ejemplo. Estéticamente, Cernuda parece hallarse más cercano a los poetas del Renacimiento (Garcilaso y Fray Luis) que a los del Barroco, pero no desprecia toda la tradición del Siglo de Oro que tan rentable fue para los autores de la generación del 27.

"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...