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martes, 22 de enero de 2019

"Te quiero" (de "Los Placeres Prohibidos")


"Te quiero"


Te quiero. 

Te lo he dicho con el viento, 
jugueteando como animalillo en la arena 
o iracundo como órgano impetuoso; 

Te lo he dicho con el sol,                                    5
que dora desnudos cuerpos juveniles 
y sonríe en todas las cosas inocentes; 

Te lo he dicho con las nubes, 
frentes melancólicas que sostienen el cielo, 
tristezas fugitivas;                                            10

Te lo he dicho con las plantas, 
leves criaturas transparentes 
que se cubren de rubor repentino; 

Te lo he dicho con el agua, 
vida luminosa que vela un fondo de sombra;      15
te lo he dicho con el miedo, 
te lo he dicho con la alegría, 
con el hastío, con las terribles palabras. 

Pero así no me basta: 
más allá de la vida,                                          20
quiero decírtelo con la muerte; 
más allá del amor, 
quiero decírtelo con el olvido.



La declaración de amor se convierte en la idea central alrededor de la cual se construye el poema. El "te quiero" inicial se ha manifestado de distintas maneras y en distintas situaciones, y para ello el poeta se vale de diversos elementos de la naturaleza (el viento, el sol, las nubes, las plantas, el agua, vv. 2-15), que establecen un paralelismo para indicar de qué maneras ha hecho partícipe a la persona amada de sus sentimientos. 

Los elementos naturales dan paso a los sentimientos, y la enumeración se acelera (el miedo, la alegría, el hastío, las terribles palabras, vv. 16-18), intentando con ello resaltar la cantidad innumerable de veces que ha demostrado su amor.  

Sin embargo, todas estas pruebas de su cariño no son suficientes para el poeta. En la última estrofa afirma con rotundidad que necesita demostrarlo "más allá de la vida", muriendo por amor (vv. 20-21). Y en una hipérbole final, concluye que necesita demostrarlo más allá del amor: "quiero decírtelo con el olvido" (v. 23).  

Derek Harris encuentra una correlación entre este poema y "Je te l'ai dit pour les nuages", poema de Paul Éluard contenido en el libro L'Amour la poésie, que utiliza la misma estructura repetitiva para referirse a todas las veces que el poeta ha declarado su amor.

Este poema es uno de los últimos de Los placeres prohibidos y prefigura alguna de las características de la etapa posterior de estilo neorromántico. A pesar de pertenecer a la etapa surrealista, apenas si se pueden reconocer en él procedimientos propios de esta corriente. Ya hemos comentado que el surrealismo tiene un fuerte sustrato romántico, y algunos de sus temas (como la relación amor-muerte) son propios del Romanticismo. Todo el poema se organiza a partir de la repetición anafórica de "te lo he dicho con" que sirve para enumerar todas las ocasiones en que el poeta ha mostrado sus sentimientos. Esta estructura es la que da ritmo al poema, que prescinde de imágenes llamativas y del versículo y se acerca a formas populares. Además, los dos versos finales son un anuncio del siguiente poemario de Cernuda, Donde habite el olvido,  pues ese será el conflicto dominante en el libro y eje temático alrededor del cual girarán los poemas que lo componen.

"Había en el fondo del mar" (de "Los Placeres Prohibidos")



"Había en el fondo del mar"

Había en el fondo del mar una perla y una vieja trompeta. Las sutiles capas del agua sonreían con delicadeza al pasar junto a ellas, las llamaban las dos amigas.

Había un niñito ahogado junto a un árbol de coral. Los brazos descoloridos y las ramas luminosas se enlazaban estrechamente; los llamaban los dos amantes.

Había un fragmento de rueda venida desde muy lejos y un pájaro disecado, que asombraba como elegante extranjero a los atónitos peces; les llamaban los nómadas.

Había una cola de sirena con reflejos venenosos y un muslo de adolescente, distantes la una del otro; les llamaban los enemigos.

Había una estrella, una liga de hombre, un libro deteriorado y un violín diminuto; había otras sorprendentes maravillas, y cuando el agua pasaba, rozándolas suavemente, parecía como si quisiera invitarlas a que la siguieran en cortejo centelleante.

Pero ninguna era comparable a una mano de yeso cortada. Era tan bella que decidí robarla. Desde entonces llena mis noches y mis días; me acaricia y me ama.

La llamo la verdad de amor.


Este es uno de los poemas en prosa de Los Placeres Prohibidos que posee una estructura más lógica, a pesar de las imágenes surrealistas que utiliza. En este caso, el extrañamiento viene en parte provocado por las asociaciones que el poeta establece entre distintos elementos que se hallan en el fondo del mar: la perla y la trompeta, el niño ahogado y el coral, la cola de sirena y el muslo, la rueda y el pájaro disecado... Dentro del poema, ambos elementos son unidos y descritos bajo un solo nombre que explica su relación.

Solo uno de esos elementos no encuentra pareja, y de manera explícita se manifiesta esta llamativa característica: "ninguna era comparable" a la mano de yeso cortada. El poeta la "roba" (es decir, se apodera de ella consciente de que su lugar es el fondo del mar, a donde pertenece) y la convierte en su objeto de deseo. La llama "la verdad de amor".

La mano cortada era un elemento típico del surrealismo (aparece en muchos cuadros, poemas y también en Un perro andaluz), y en este caso, al ser de yeso, se acentúa su carácter antinatural. Es una realidad incompleta, imperfecta; a pesar de ello, es la que adopta el papel activo ("me acaricia y me ama"), lo que puede sugerir el desequilibrio de la relación. 

El mar se muestra aquí como un lugar propicio que esconde en sus entrañas tesoros que esperan para ser descubiertos, a pesar de su aparentes rarezas y faltas de utilidad.

"Los marineros son las alas del amor" (de "Los Placeres Prohibidos")


"Los marineros son las alas del amor"


Los marineros son las alas del amor,
son los espejos del amor,
el mar les acompaña,
y sus ojos son rubios lo mismo que el amor
rubio es también, igual que son sus ojos.                  5

La alegría vivaz que vierten en las venas
rubia es también,
idéntica a la piel que asoman;
no les dejéis marchar porque sonríen
como la libertad sonríe,                                          10
luz cegadora erguida sobre el mar.

Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,                   15
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

Los marineros se habían convertido ya a finales del siglo XIX en un símbolo de la
marginalidad; se movían por zonas portuarias, entornos de prostitución, tabernas,
casas de juego, y vivían al margen de la sociedad con una existencia nómada que
los llevaba de un país a otro. Representaban por ello una imagen de la libertad 
más allá del orden establecido. Muy pronto se convierten también en un símbolo 
del amor homoerótico, y aparecen así en la literatura de algunos autores del 27 
como Lorca o el propio Cernuda.

En este poema, el marinero se presenta como imagen del amor, cuyas alas dan 
libertad a los deseos amorosos. Llama la atención el uso del adjetivo "rubio" para
describir los ojos del marinero, al igual que el amor y sus ojos. Derek Harris
apunta que el tópico de lo rubio se hallaba ya en un libro surrealista de Louis
Aragon que Cernuda había leído (Le Paysan de Paris). Este color rubio se asocia 
como cualidad positiva a todo lo que rodea al objeto de deseo.

Pero no se detiene ahí la identificación: también la alegría es rubia (v. 6) y la piel 
(v. 8). El poema solicita entonces que no se dejen escapar a los marineros porque
"sonríen / como la libertad sonríe" (vv. 9-10). De nuevo se insiste en la idea de 
libertad, ya señalada en el v. 1 en esas alas que los caracterizan. La libertad es 
"luz cegadora erguida sobre el mar" (v. 11) que guía con su brillo en medio del 
mar.

Esta imagen se amplía en la estrofa final: si el marinero es mar (la referencia al
mar aparece en muchos poemas tanto de Un río, un amor como de Los placeres
prohibidos como un medio para llegar a ese deseo inalcanzable (recuérdese
poeta no quiere "la ciudad hecha de sueños grises" (v. 14), sino hundirse en ese
mar, sin rumbo ninguno, fundirse en el cuerpo de ese marinero y en su "luz rubia."
   

"Unos cuerpos son como flores" (de "Los Placeres Prohibidos")


"Unos cuerpos son como flores"

Unos cuerpos son como flores, 
otros como puñales, 
otros como cintas de agua; 
pero todos, temprano o tarde, 
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,                      5
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre. 

Pero el hombre se agita en todas direcciones, 
sueña con libertades, compite con el viento, 
hasta que un día la quemadura se borra, 
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.                              10

Yo, que no soy piedra, sino camino 
que cruzan al pasar los pies desnudos, 
muero de amor por todos ellos; 
les doy mi cuerpo para que lo pisen, 
aunque les lleve a una ambición o a una nube,                             15
sin que ninguno comprenda 
que ambiciones o nubes 
no valen un amor que se entrega.



La identificación de los cuerpos con diferentes realidades ("flores", "puñales", "cintas de agua") significa que existen distintos tipos de persona (delicadas, agresivas, tranquilas) pero que a todas, en un momento dado, la llama de la pasión que provoca el deseo ("serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden", v. 5) los transformará, haciendo que la piedra se convierta en hombre (v. 6); es decir, que lo inerte cobre vida por efecto del amor. 

Inevitablemente, la propia naturaleza del hombre lo lleva a poner fin al amor ("se agita en todas direcciones, / sueña con libertades, compite con el viento" vv. 7-8) por sus ansias de libertad, sus ganas de conocer otros amores. Es entonces cuando "la quemadura se borra" (v. 9, la fuerza de la pasión), y vuelve a ser piedra (un elemento sin vida porque no tiene amor).

El poeta, en cambio, se presenta como un objeto de entrega absoluta; él no es piedra sino "camino", y se ofrece para ser pisado para los pies desnudos (vv. 11-12), en una imagen de renuncia total que representa el amor incondicional, que se da sin esperar nada a cambio. A él le la igual que sus amantes busquen otra cosa ("una ambición o una nube", v. 15), porque ignoran que nada de eso vale tanto como "un amor que se entrega" (v. 18). 


El poema se vale de una serie de elementos heterogéneos (flores, puñales agua, piedras) para establecer una serie de correspondencias que articulan el mundo interno del texto donde adquieren sentido, siguiendo con ellos los postulados de la libre asociación surrealista, que no estaba sujeta a ninguna ordenación lógica. A pesar de sus imágenes, el sentido del poema es claro, que se relaciona con la tradición romántica.

"Si un hombre pudiera decir" (de "Los Placeres Prohibidos")



"Si un hombre pudiera decir"

Si el hombre pudiera decir lo que ama, 
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo 
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio,                                              5
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo,        
yo sería aquel que imaginaba;                                                             10
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero. 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien 
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;                                              15
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina 
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, 
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta 
libremente, con la libertad del amor,                                                    20
la única libertad que me exalta, 
la única libertad por que muero. 

Tú justificas mi existencia: 
si no te conozco, no he vivido; 
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.                        25


El poema es un canto a la libertad del hombre para poder proclamar el objeto del deseo. Siguiendo la línea combativa y reivindicativa que hemos visto en "Diré cómo nacisteis", Cernuda presenta como posibilidad que el hombre "pudiera decir lo que ama" (el uso del imperfecto de subjuntivo no es gratuito, ya que se refiere a una situación hipotética que aún no se ha producido).  "Levantar su amor por el cielo" es darlo a conocer, hacerlo público (vv. 2-3), y para ello es necesario derribar los muros (v. 4) que esconden la verdad, símbolo que se repite en ese cuerpo que se derrumba (v. 6) para hacer visible "la verdad de su amor". Esa verdad no es para el poeta ni la gloria, ni la fortuna ni la ambición (v. 8); sino el amor o el deseo. Si aquello fuera posible, él sería quien lo divulgaría a todo el mundo a través de todos sus sentidos ("con sus lengua, sus ojos y sus manos"), vv. 10-13. 

La raíz romántica del libro se manifiesta claramente en la siguiente estrofa, que además comparte el valor dado a la libertad por los surrealistas. Para el poeta la libertad es la posibilidad de entregarse libremente a otro, el amado, "cuyo sombre no puedo oír sin escalofrío" (v. 15). La fusión con el amado supone la anulación de todo cuanto le rodea ("me olvido de esta existencia mezquina / por quien el día y la noche son para mí lo que quiera", vv. 16-17), siendo para él "la libertad del amor" la única que lo mueve y por la que moriría (vv. 20-22). 

Los tres últimos versos, síntesis de lo que representa el amado para Cernuda, son una encarnación perfecta de los tópicos petrarquistas (el amor cortés, el amor como vasallaje, la entrega absoluta del amor) que el poeta toma de la tradición literaria y hace suyos.

lunes, 21 de enero de 2019

"Telarañas cuelgan de la razón" (de "Los Placeres Prohibidos")


"Telarañas cuelgan de la razón"

Telarañas cuelgan de la razón
En un paisaje de ceniza absorta;
Ha pasado el huracán de amor,
Ya ningún pájaro queda.

Tampoco ninguna hoja,                                                      5
Todas van lejos, como gotas de agua
De un mar cuando se seca,
Cuando no hay ya lágrimas bastantes,
Porque alguien, cruel como un día de sol en primavera,
Con su sola presencia ha dividido en dos un cuerpo.             10

Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia,
Aunque siempre nos falte alguno;
Recoger la vida vacía
Y caminar esperando que lentamente se llene,
Si es posible, otra vez, como antes,                                    15
De sueños desconocidos y deseos invisibles.

Tú nada sabes de ello,
Tú estás allá, cruel como el día;
El día, esa luz que abraza estrechamente un triste muro,
Un muro, ¿no comprendes?,                                               20
Un muro frente al cuál estoy solo. 


Tras el tono exaltado del poema anterior que abría el poemario y presentaba el carácter reivindicativo de las exigencias de Cernuda, este poema supone una relajación de esa pasión inicial. Nos encontramos ante un escenario completamente distinto: el amor ya ha pasado.

La araña de la razón (que según Maristany es una referencia a Nietszche) simboliza irónicamente las actitudes razonables a las que se opone el poeta. Ese predominio de la lógica y la razón deja un espacio llena de ceniza y de muerte que es el que deja el paso de la pasión. "Ha pasado el huracán del amor" (v. 3) y no queda ningún pájaro, ninguna hoja, ninguna gota de agua. Desaparece cualquier elemento de vida y naturaleza porque alguien "cruel como un día de sol en primavera / [...] ha dividido en dos un cuerpo".

Esta división en dos puede entenderse de dos maneras; esa unión amorosa ha sido rota por uno de dos amantes, que al marcharse, ha resquebrajado esa identificación de la pareja como una unidad. También puede insinuar que una tercera persona ha sido el motivo de la ruptura al provocar la separación. Sea una u otra la explicación, está claro que la pareja se ha separado. Y esta despedida tiene sus consecuencias: tras los excesos del amor, ahora toca adoptar una actitud más prudente, más contenida, aunque algo se haya perdido y no se pueda recuperar (vv. 11-12). Solo queda esperar con paciencia a que vuelva de nuevo el amor, que la vida "lentamente se llene" de nuevos deseos e ilusiones, desconocidos aún porque aún no se han encontrado  esos futuros amantes (vv. 15-16). 

En la última estrofa, el "tú" al que se dirige el poeta es el amante que lo ha abandonado, al que vuelve a describir "cruel como el día". El antiguo amante  no comprende de qué se lamenta el poeta porque el otro no siente la soledad del abandono que representa ese muro, símbolo del aislamiento que genera la ruptura.  


Estilísticamente, Cernuda recurre al versículo y al verso libre para dar rienda a este lamento por la separación.

domingo, 20 de enero de 2019

"Diré cómo nacisteis" (de "Los Placeres Prohibidos")


"Diré cómo nacisteis"

Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos, 
Como nace un deseo sobre torres de espanto, 
Amenazadores barrotes, hiel descolorida, 
Noche petrificada a fuerza de puños, 
Ante todos, incluso el más rebelde,                                      5
Apto solamente en la vida sin muros. 

Corazas infranqueables, lanzas o puñales, 
Todo es bueno si deforma un cuerpo; 
Tu deseo es beber esas hojas lascivas 
O dormir en esa agua acariciadora.                                     10
No importa; 
Ya declaran tu espíritu impuro. 

No importa la pureza, los dones que un destino 
Levantó hacia las aves con manos imperecederas; 
No importa la juventud, sueño más que hombre,                 15
La sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad 
De un régimen caído. 

Placeres prohibidos, planetas terrenales, 
Miembros de mármol con sabor de estío, 
Jugo de esponjas abandonadas por el mar,                          20
Flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre. 

Soledades altivas, coronas derribadas, 
Libertades memorables, manto de juventudes; 
Quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua, 
Es vil como un rey, como sombra de rey                              25
Arrastrándose a los pies de la tierra 
Para conseguir un trozo de vida. 

No sabía los límites impuestos, 
Límites de metal o papel, 
Ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,     30
Adonde no llegan realidades vacías, 
Leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos. 

Extender entonces una mano 
Es hallar una montaña que prohíbe, 
Un bosque impenetrable que niega,                                    35
Un mar que traga adolescentes rebeldes. 

Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte, 
Ávidos dientes sin carne todavía, 
Amenazan abriendo sus torrentes, 
De otro lado vosotros, placeres prohibidos,                         40
Bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita, 
Tendéis en una mano el misterio. 
Sabor que ninguna amargura corrompe, 
Cielos, cielos relampagueantes que aniquilan. 

Abajo, estatuas anónimas,                                                45
Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla; 
Una chispa de aquellos placeres 
Brilla en la hora vengativa. 
Su fulgor puede destruir vuestro mundo.

El primer poema del libro establece el tono de todo el poemario. El título se refiere precisamente al origen de esos placeres prohibidos que constituyen la esencia del libro. En la primera estrofa se explica cómo nacen eso deseos a pesar de la oposición de la sociedad, simbolizada en "torres de espanto", "barrotes" y en la "noche petrificada a fuerza de puños", que giran en torno a la idea de opresión, control y agresión. Esos deseos solo pueden darse “en la vida sin muros”, en un mundo donde no halla prohibiciones ni imposiciones. 

La segunda estrofa (vv. 7-12) continúa exponiendo las dificultades que encuentra su pasión: a su alrededor surgen corazas, lanzas, puñales, todos símbolos de violencia que son buenos “si deforma un cuerpo”, es decir, si lo pueden dañar o alterar su disposición. No importa que su inclinación sea acercarse a esos placeres prohibidos (“esas hojas lascivas”, “ese agua acariciadora”) porque de todas formas lo tacharán de “impuro”. La tercera estrofa desarrolla la misma idea: aunque se cuente con pureza, con virtudes que eleven la condición del hombre, con juventud (uno de los valores esenciales para Cernuda), o con la sonrisa, nada de eso puede compensar el ser tachado de impuro.

En el v. 17 aparece la primera referencia al fin de la monarquía (“de un régimen caído”) que dijimos en la introducción que tenía una presencia importante dentro del libro. En el poema aparecen varias referencias a la abdicación de Alfonso XIII, que se utiliza como símbolo negativo de esa sociedad conservadora que se opone a la pasión del poeta. Vuelve a aparecer en el v. 22 ("coronas derribadas") y en los vv. 25-27 ("es vil como un rey, como sombra de un rey, / arrastrándose a los pies de la tierra /para conseguir un trozo de vida".

Se evocan en las dos estrofas siguientes esos placeres prohibidos, descritos a partir de las sugerencias que despiertan, que se enumeran en los vv. 18-23. Especialmente al final, se suceden más rápidamente: "Soledades altivas, coronas derribadas, / Libertades memorables, manto de juventudes". Esos placeres implican la libertad de poder proclamarlos, conseguida por los jóvenes tras la caída del régimen. Hay aquí una sutil estilización de los acontecimientos históricos que acompañaron ese instante de exaltación del poeta. Además, Cernuda se enfrenta a quienes se atrevan a insultar esos placeres, y los compara con la vileza de un rey que se arrastra con mantenerse en el poder (recuérdese las críticas que recibió el monarca por permitir la dictadura de Primo de Rivera). 

Esos placeres no saben de los límites impuestos por la fuerza o la ley ("metal o papel"), pues al tratarse de impulsos primarios nacidos del instinto ("una luz tan alta") no están sujetos a las normas de los hombres "realidades vacías, / leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos" (vv. 31-32). Cuando esos placeres intentan realizarse, alcanzar su objetivo ("extender una mano") se encuentran con la confrontación, la oposición de "una montaña que prohíbe, / un bosque impenetrable que niega / un mar que traga adolescentes rebeldes" (vv. 34-36). 

En las dos estrofas finales se encuentra la solución que Cernuda ofrece al conflicto. Si esas fuerzas represoras de una sociedad tradicional y conservadora atacan ("ávidos dientes sin carne todavía", v. 38), los placeres prohibidos se alzarán por encima de esa vulgar medianía por unos "cielos relampagueantes que aniquilan" (v. 44). Esas normas sin sentido ("preceptos de niebla") que guían a ese mundo intolerante deben temer la fuerza de esos placeres prohibidos, pues con un simple destello, pueden encender la luz de la venganza y con "su fulgor puede destruir vuestro mundo". La actitud combativa de Cernuda es toda una declaración de intenciones de la fuerza y poder de sus deseos.

"Los placeres prohibidos" (1931)


Los placeres prohibidos fue escrito en un corto período de tiempo (entre abril y junio de 1931), coincidiendo con el fin de la monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la II República. Estos hechos influyeron en su gestación, como veremos más adelante, y se cuelan en los poemas en forma de imágenes y metáforas.

Cernuda sigue adelante con la experimentación surrealista, iniciada en el libro anterior, Un río, un amor. Además de una libertad formal y expresiva mayor, el libro incorpora poemas en prosa (ocho en total) a los 18 poemas que lo componen. Al igual que ocurrió con el poemario anterior, no se publicará hasta 1936, cuando aparece como sección cuarta de La realidad y el deseo. En esa ocasión solo se publican los 18 poemas; no será hasta la 3ª edición de La realidad y el deseo de 1958 que Cernuda incorpore los ocho poemas en prosa al libro, aunque habían sido escritos en la misma época. Esa edición ampliada es la que analizamos. 

Un río, un amor era un libro donde se reflejaba la ausencia de amor y su búsqueda inútil; en Los placeres prohibidos el amor  se muestra convertido en deseo y placer, perdiendo otros componentes más espirituales. Cernuda se atreve en este libro a proclamar su orientación sexual y a reclamar su derecho al amor. Por medio de las imágenes surrealistas dará cauce a la expresión de su amor, enfrentándose con ello a una sociedad que se opone a esos placeres y contra la que Cernuda se levanta.

Otro hecho fundamental acompaña la escritura de este libro; en 1931, Cernuda conoce  Serafín Fernández Ferro, un joven gallego con el que iniciará una relación sentimental que dura hasta el año siguiente. Por primera vez esos deseos imposibles que había manifestado en su poemario anterior se cumplen, y Cernuda dedica algunos poemas de Los placeres prohibidos a Serafín, aunque en su edición definitiva eliminará las dedicatorias. La exaltación propia del encuentro amoroso se contagia también a muchos poemas de la colección.

Estéticamente, el poemario es un paso más en la tendencia surrealista; Cernuda rompe la lógica sintáctica en muchos poemas y se vale de los versículos (versos de gran extensión que no guardan una medida fija) para dar rienda suelta a su imaginación por medio de imágenes y metáfora audaces que en ocasiones causan extrañeza o desagrado. Es un libro mucho más onírico que el anterior y donde cada poema crea su propia lógica interna. Hay además ciertos atisbos de romanticismo que surgen en algunos poemas del libro. Esta presencia no debe extrañar por dos motivos: por un lado, el surrealismo bebe del romanticismo y en él encuentra algunos de sus temas y obsesiones; por otro, Cernuda siempre será un romántico y su influencia se hará aún más patente en los dos libros siguientes, Donde habite el olvido (1932-33), surgido de la relectura de Bécquer, e Invocaciones (1935), inspirado por el ejemplo de Hölderlin. 

viernes, 18 de enero de 2019

"No intentemos el amor nunca" (de "Un río, un amor")


"No intentemos el amor nunca"

Aquella noche el mar no tuvo sueño. 
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas, 
quiso vivir hacia lo lejos, 
donde supiera alguien de su color amargo. 

Con una voz insomne decía cosas vagas, 
barcos entrelazados dulcemente 
en un fondo de noche, 
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido 
viajando hacia nada. 

Cantaba tempestades, estruendos desbocados 
bajo cielos con sombra, 
como la sombra misma, 
como la sombra siempre 
rencorosa de pájaros estrellas. 

Su voz atravesando luces, lluvia, frío, 
alcanzaba ciudades elevadas a nubes, 
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno, 
todas puras de nieve o de astros caídos 
en sus manos de tierra. 

Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades. 
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago 
con sonrisa de antaño, 
ignorado de todos. 

Y con sueño de nuevo se volvió lentamente 
adonde nadie 
sabe de nadie. 
Adonde acaba el mundo.




Tal y como ha demostrado Derek Harris, este poema se inspira directamente en uno del poeta gallego Vicente Risco publicado en la revista Alfar en 1923. Cernuda toma de él su estructura a modo de cuento infantil que sigue las andanzas de un mar antropomorficado que sufre insomnio y parte para buscar "as insuas perdidas" (las islas perdidas). A pesar de su aparente simplicidad, refleja a la perfección el estado anímico del poeta y su insatisfacción vital ante la imposibilidad de cumplir sus deseos.

Ese mar que no puede dormir (trasunto del poeta), cansado de la monotonía de su vida ("Cansado de contar, siempre contar a tantas olas") decide buscar otros horizontes "Donde supiera alguien de su color amargo", es decir, donde pudiera mostrar su verdadero ser (puede hallarse aquí una velada referencia a las tendencias sexuales de Cernuda). 

Se recoge a continuación su periplo (vv. 5-14) , que parece ser un viaje inútil ("Viajando hacia nada") a pesar de estar plagado de dificultades ("tempestades, estruendos desbocados") y de la actitud hostil de cuanto le rodea ("como la sombra siempre / rencorosa de pájaros estrellas"). Después de tanto vivido ("luces, lluvia, frío"), el mar llega a lugares exóticos (unos reales, "Colorado" o "Glaciar del Infierno"otros imaginarios, como "Cielo Sereno") elegidos por la capacidad de sugerencia de sus nombres. 

Pero el mar se cansa de estos lugares, donde "su amor tan sólo era un pretexto vago / con sonrisa de antaño, / ignorado de todos". No encuentra allí la realización de su amor, que causa sonrisa en los demás por tratarse de un amor diferente que los demás no conocen: su significado es claro. 

En los últimos versos (vv. 24-27) el mar vuelve derrotado a su casa "adonde nadie / sabe nada de nadie", donde nadie puede comprenderlo. El verso final es una desoladora aceptación de la realidad: "Adonde acaba el mundo", pues volver al hogar supone el fin absoluto de sus esperanzas.

Hay un pesimismo total en el poema, cuya sencillez de fábula no hace sino subrayar aún más la dureza de su final. El título, a modo de moraleja, previene acerca de los peligros de buscar el amor, que no hallará respuesta. 

El poema lo escribe Cernuda en Madrid en julio de 1929, y en él ya ha abandonado por completo la métrica regular. Se trata de versos libres de ritmo endecasilábico (combinaciones de versos impares: 11, 15, 9, 7 , 14...) y se consigue el ritmo por medio de la repetición, el paralelismo y la anáfora. 

"Sombras blancas" (de "Un río, un amor")



        “Sombras blancas”

                Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
           dormidas en su amor, en su flor de universo,
el ardiente color de la vida ignorando
        sobre un lecho de arena y de azar abolido.

         Libremente los besos desde sus labios caen
       en el mar indomable como perlas inútiles;
         perlas grises o acaso o cenicientas estrellas
               ascendiendo hacia el cielo con luz desvanecida.

            Bajo la noche el mundo silencioso naufraga; 
                bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.
                           Sólo esas sombras blancas, oh blancas, sí, tan blancas.
                   La luz también da sombras, pero sombras azules.



De nuevo, el origen del título proviene de un elemento externo, la película White shadows in the  South seas, que Cernuda había visto en París durante su visita en marzo de 1929, donde se agudizó su afición al cine. La película se desarrolla en la Polinesia y cuenta la historia de un médico americano que se enfrenta a los comerciantes de perlas que explotan a los lugareños para enriquecerse. El médico es expulsado de la isla y naufraga en otra donde los hombres blancos no han llegado aún. Los nativos viven así en un paraíso terrenal ajenos a la corruptora civilización occidental. Allí recogen las ostras para tirar las perlas y quedarse las conchas, que les interesan más.  Este hecho era una clara crítica al sistema capitalista como corruptor de los valores del ser humano, que era feliz ignorando la riqueza que podían generar los productos de su entorno.

Las sombras blancas que aparecen en el texto son imágenes de la juventud, que aún no conocen la dureza de la vida (“el ardiente color de la vida ignorando”) y que habitan en un espacio idealizado (la playa), donde duermen sobre la arena entregadas al amor en un ámbito de “azar abolido”; no existe la desgracia en ese espacio, que ha sido expulsada. De nuevo la idea de paraíso cerrado, identificado con la isla que sirve de inspiración al poema. Ese espacio contrasta con el mundo de la noche que aparece en la última estrofa, representación  de la muerte (“bajo la noche el mundo silencioso naufraga” / “bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden”). Hay una evidente gradación que halla en la segunda estrofa su punto de inflexión: los besos que lanzan las sombras blancas van a caer en el mar indomable como “perlas inútiles”, sin utilidad ni finalidad. Aquí hay una clara referencia a la película, pues los indígenas desconocían el valor económico de las perlas  y las lanzaban al mar después de recoger las conchas. Los besos se comparan con las perlas por su futilidad; esa energía positiva de la juventud no encuentra resolución, y se desvanece habiendo perdido su claridad (“con luz desvanecida”). A pesar de la oposición que puedan hacer a la noche (la muerte) esas sombras que enfáticamente se destacan en el penúltimo verso (“Solo esas sombras blancas, oh blancas, sí tan blancas”), se nos recuerda que también la luz da sombras, “pero sombras azules” (con todas las connotaciones que ese color tiene en relación con la tristeza y la melancolía).

Escrito a continuación de Quisiera estar solo en el sur y Remordimiento en traje de noche, comparte con ellos la estructura en tres cuartetos de versos alejandrinos sin rima; es evidente que por su temática (la evasión y la búsqueda de paraísos lejanos), se relaciona con el poema anterior, aunque introduce un ligero matiz de tristeza presente en el último verso. 


"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

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