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miércoles, 9 de enero de 2019

XIX (de "Primeras poesías")

           
       XIX


   La desierta belleza sin oriente
          a la prisión nocturna ciñe un cielo;
         de su seno mortal levanta el suelo
         el puro hastío que la llama siente.
 
 Un ídolo corona negra frente
         sobre voraz sonrisa. ¿Cuál anhelo
           al ébano del vientre tendió el vuelo
                y en su nido se duerme blandamente?

   Soledad sin amor ni claro día,
         la indolencia del ánimo se adueña,
              postrada y fiel huye la edad mudable.

         Hurta el primer placer su melodía,
                   y el tiempo mira un cuerpo que se sueña
     en el cristal, fingido irreparable.


El último poema añadido a Primeras poesías es un soneto, al igual que el VIII. No fue incluido en Perfil del aire pero vio la luz en las páginas de la Revista de Occidente en 1925. Compuesto de dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos con rima consonante, su estructura métrica es ABBA ABBA CDE CDE.

El poema es otra estéril representación de la soledad del poeta, con nuevas referencias al mito de Narciso a través del espejo que aparece en la parte final. La belleza (el objeto del deseo hacia el que se dirige el poeta) está desierta, es decir, vacía, sin realización, y carece de oriente, de origen, de una luz que le sirva de guía. Es evidente desde el principio que el deseo amoroso no obtiene una respuesta. La prisión nocturna (de nuevo el encierro dentro de la casa, como en el texto anterior) se acentúa con la presencia del cielo que la ciñe, que la aprieta aún más. "El puro hastío", el aburrimiento causado por la reclusión, provoca en el poeta la reacción de su "seno mortal", el pecho donde anida la llama de una pasión sin objeto.

En la habitación vacía, el poeta se pierde en la rememoración de un cuerpo recordado ("un ídolo") de piel morena ("el ébano del vientre") cuya sonrisa cómplice podía ocultar el reconocimiento del deseo oculto tras la mirada. Varios son los pasajes de la prosa de Cernuda que nos hablan de la contemplación de cuerpos de jóvenes desnudos, morenos por el sol, que juegan en el río y que son observados por el poeta, que admira su belleza. En el segundo cuarteto podemos reconocer una relación temática con dichos textos, con la diferencia de que ahora el poeta recuerda uno de esos cuerpos en la soledad de su dormitorio, perdido en una ensoñación erótica.

Los tercetos se centran en el tema de la soledad que se apodera del poeta ("Soledad sin amor, sombra ni día") que se relaciona con el tópico del tempus fugit ("huye la edad mudable") que recuerda a los versos finales del soneto XXIII de Garcilaso (el autor renacentista estaba más cercano a la sensibilidad de Cernuda que Góngora, como veremos al analizar el libro siguiente, Égloga, Elegía, Oda). La fugacidad del tiempo aparece de nuevo en el primer verso del segundo terceto y da paso a la imagen de Narciso (el propio poeta contemplándose en el espejo, "el cristal fingido irreparable") representación simbólica de ese doble imposible (la elección del verbo es significativa, "sueña", pues indica que solo es fruto de su imaginación y de su capacidad de figuración). La visión de sí mismo en el espejo es el intento estéril por encontrar un objeto amoroso imposible.

martes, 25 de diciembre de 2018

XVII (de "Primeras poesías")


   XVII

 No es el aire puntual
        el que tiende esa sonrisa,
    en donde la luz se irisa
      tornasol, sino el cristal;    
          que de tan puro, imparcial,
      su materia transparente
       hurta a los ojos, ausente
 con imposible confín,
         porque su presencia en fin 
        tan sólo el labio la siente.

Este poema es el tercero de los añadidos a Primeras poesías que no pertenecían a Perfil del aire. Se trata de una décima (diez versos octosílabos con rima consonante y cuya estructura es abbaaccddc), que se publicó originariamente en la revista Verso y Prosa en 1927. Se trata pues de un texto coetáneo de los contenidos en Perfil del aire aunque no apareciera en la primera edición del libro. 

El poema en esta ocasión está dedicado al cristal de la ventana. Es habitual que Cernuda dedique las décimas a los llamados "poemas de objetos" que le permiten, por medio de un uso ingenioso de las metáforas y las imágenes, ofrecer una visión inédita de un elemento cotidiano (lo hemos visto en ejemplos anteriores, como en el poema II, el poema IV o el poema XI). 

Los cuatro primeros versos de la décima explican que el efecto óptico que parece dotar al aire de una sonrisa se debe al paso de la luz a través del cristal, cuyo reflejo ("tornasol") provoca la sensación visual. Al ser tan transparente el cristal y estar tan limpio, es imposible que el ojo note su presencia ("su materia transparente / hurta a los ojos"), de tal modo que sus límites físicos (su "imposible confín") solo pueden ser percibidos por el labio que se posa sobre él, reconociendo así su existencia. 

Aunque pueda entenderse el texto como un nuevo juego poético, prefigura la oposición entre la realidad y el deseo que será constante en Cernuda al presentar el contraste entre la apariencia errónea a la vista y la presencia real al tacto. En el texto hay ecos del poema Tornasol de Jorge Guillén (tal y como ocurría en el poema XV), pero como analiza Derek Harris en su estudio, la intención de uno y otro poeta es completamente diferente, y este poema ilustra las divergencias entre ambos. Frente a la guilleniana "residencia en el mundo", llena de optimismo, Cernuda ofrece una visión de aislamiento, encerrado en la habitación tras el cristal contra el que pega su cara.    

lunes, 10 de diciembre de 2018

VIII (de "Primeras poesías")


     VIII

     Vidrio de agua en mano del hastío.
     Ya retornan las nubes en bandadas
   por el cielo, con luces embozadas
    huyendo al asfaltado en desvarío.


     Y la fuga hacia dentro. Ciñe el frío,
      lento reptil, sus furias congeladas;
        la soledad tras las puertas cerradas
  abre la luz sobre el papel vacío.


    Las palabras que velan el secreto
      placer, y el labio virgen no lo sabe;
    sueño maravillado que indolente 


       entre sus propias nieblas va sujeto,
          cantando como un humo. Y sólo cabe
la belleza fugaz bajo la frente.


Segundo poema añadido a Primeras poesías, supone un cambio con respecto a las estrofas empleadas en Perfil del aire. Es uno de los dos sonetos incorporados; este se publicó por primera vez en la Revista de Occidente en 1925. Está compuesto por versos endecasílabos con rima consonante con estructura ABBA ABBA CDE CDE. Como particularidad métrica, en el primer verso se produce la sinalefa en "de agua" pero no en "agua en" por necesidades métricas.

Las nubes se muestran metafóricamente como "vidrio de agua en mano del hastío", por estar bajo el influjo del viento caprichoso, como aclaran el segundo y tercer verso. "Hastío" caracteriza así la sensación que produce en el poeta esa volatilidad, carente de firmeza. Las nubes vuelven, empujadas por el viento, con "luces embozadas" pues la claridad no llega a atravesarlas. Esto obliga al poeta a refugiarse en el interior de la casa ("Y la fuga hacia dentro"). En el exterior, el frío, "lento reptil" (por ser su sangre fría) extiende poco a poco "sus furias congeladas". El poeta recurre al único escape que se le ofrece: la poesía, representada en ese "papel vacío" que queda iluminado como centro de la escena, dentro del encierro de su habitación.

Los tercetos se centran en la creación del artista; entregado a la escritura, el poeta deja constancia de su "secreto placer" esa inclinación que deja entrever en su obra. Se trata de un placer que aún no conoce ("el labio virgen no lo sabe"): la entrega amorosa es un deseo que todavía no ha alcanzado. Ese deseo se muestra como una realidad desdibujada, perdido entre nieblas y "cantando como un humo". La presencia del sueño (aparecido ya en poemas anteriores) marca ese espacio de ensoñación en el que se mueve el poeta, rodeado de unos sentimientos etéreos, poco definidos: sueños, deseos dominados por la imaginación y la fantasía. Pero según la apreciación del poeta, es la única manera de presentarlos, como concluyen los dos versos finales: "Y solo cabe / la belleza fugaz bajo la frente". Cernuda considera que esa pasión únicamente puede realizarse a través de la literatura, esa belleza que pasa rápido frente a él por medio del poema escrito. Derek Harris encuentra en esa introspección del poeta ciertos rasgos de la contemplación narcisista que se repetirán en otros textos del poemario.      

sábado, 8 de diciembre de 2018

VII (de "Primeras poesías")


VII


Existo, bien lo sé,

       porque le transparenta
         el mundo a mis sentidos
      su amorosa presencia.

             Mas no quiero estos muros,
    aire infiel a sí mismo,
          ni esas ramas que cantan
en el aire dormido.

     Quiero como horizonte
  para mi muda gloria
       tus brazos, que ciñendo
  mi vida la deshojan.
Vivo un solo deseo,
       un afán claro, unánime;
     afán de amor y olvido.
      Yo no sé si alguien cae.
        Soy memoria de hombre;
  luego, nada. Divinas,
       la sombra y la luz siguen
  con la tierra que gira.


El séptimo poema de Primeras poesías es la primera poesía añadida a las que originariamente constituían Perfil del aire. Fue escrito en 1926 (es decir, es un texto contemporáneo de los que integran el poemario primitivo) y se publicó por primera vez en la antología La invitación a la poesía, que editó Manuel Altolaguirre en 1933. Estructuralmente sigue la tónica del libro: son cinco cuartetas heptasílabas con rima arrromanzada. Desde el punto de vista métrico, hay que destacar un verso acabado en palabra aguda ("sé", v.1), que suma una sílaba al cómputo (6+1=7), y otro, en palabra esdrújula ("unánime", v. 14), que resta una (8-1=7). La rima asonante de las cuartetas es "e-a" en la primera, "i-o" en la segunda, "o-a" en la tercera, "a-e" en la cuarta e "i-a" en la última.

El poema se relaciona con el final del V. En aquel se reafirmaba la presencia del yo poético, que vuelve a reaparecer en la primera cuarteta de este. La constatación de su existencia viene determinada  por la presencia del mundo, que llega a sus sentidos. Aquí se reconocen ecos de Guillén y de su poema "Presencia del aire". Pero el poeta se aleja del modelo al rechazar el entorno artificial que lo rodea (los muros, y por extensión, la casa, el interior que domina en gran parte de los poemas del libro) así como el entorno natural (las ramas que se mueven en el aire). Son sus únicas experiencias de la vida, su cuarto y el mundo que contempla desde la ventana, y ambas son negadas en favor de otra dirección. 

De nuevo la estrofa central sirve para marcar un cambio dentro del poema: lo que Cernuda claramente manifiesta como deseo es el amor, ese horizonte al que dirige sus esperanzas, representado en esos brazos que lo ciñen como símbolo de la entrega amorosa. Sin embargo, el hecho de que caracterice esa gloria como "muda" implica que no está muy seguro de su éxito o de su duración. De ahí que en la siguiente estrofa manifieste ese deseo que lo mueve, de forma clara y evidente, como "afán de amor y olvido", bien porque tras el amor llegará el olvido, o bien porque no se trate de un amor real sino de un sueño. La última cuarteta contiene la radical conclusión: "Soy memoria de hombre; luego nada". Es decir, el recuerdo de su experiencia y de sus pensamientos es lo que lo define como persona. Más allá de eso, él no es nada. Frente a esta certeza, el tiempo sigue pasando (la sucesión de la luz  y la sombra), el mundo se mantiene girando en su orden "divino", que remite a la primera estrofa, donde el todo se presentaba en plenitud. 

Se trasluce ya en este poema uno de los temas de fondo de La realidad y el deseo: la lucha entre la realidad objetiva y el mundo interior, subjetivo, por el que se decanta el poeta. Cernuda es firme en su decisión; elige en consecuencia lo que considera más importante, aunque eso lleve aparejado el olvido. Hay pues un poso de desengaño a pesar del pretendido optimismo que determina su opción.   

"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...