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miércoles, 30 de enero de 2019

"Viendo volver" de ("Vivir sin estar viviendo")


"Viendo volver"

Irías, y verías
Todo igual, cambiado todo,
Así como tú eres
El mismo y el otro. ¿Un río
A cada instante                                      5
No es él y diferente?

Irías, en apariencia
Distraído y aburrido
En secreto, mirando,
Pues el mirar es sólo                              10
La forma en que persiste
El antiguo deseo.

Mirando, estimarías
(La mirada acaricia
Fijándose o desdeña                               15
Apartándose) irreparable todo
Ya, y perdido, o ganado
Acaso, quién lo sabe.

Así, con paso indiferente,
Como llevado de una mano,                    20
Llegarías al mundo
Que fue tuyo otro tiempo,
Y allí le encontrarías,
Al tú de ayer, que es otro hoy.

Impotente, extasiado                              25
Y solo, como un árbol,
Le verías, el futuro
Soñando, sin presente,
A espera del amigo,
Cuando el amigo es él y en él le espera.   30

Al verle, tú querrías
Irte, ajeno entonces,
Sin nada que decirle,
Pensando que la vida
Era una burla delicada,                           35
Y que debe ignorarlo el mozo hoy.


El tema de este poema se relaciona con La sombra; continúa la línea de indagación sobre la juventud y el tiempo pasado, conjugado en este caso con el tema de España. Cernuda se plantea una hipotética vuelta a la patria, e imagina cómo sería la confrontación con la nueva realidad del país.

Cernuda reconoce que encontraría el país diferente, "todo igual, cambiado todo" (v. 2), antítesis que pretende reflejar el propio cambio experimentado dentro de él, "tú eres / el mismo y el otro". La referencia a Heráclito y a su conocida frase sobre el río sirve para reforzar la idea de cambio que trae consigo el paso del tiempo.   

La mirada sería fundamental en ese acercamiento a los lugares que conoció, y Cernuda, consciente de su carácter retraído, fingiría indiferencia para poder observarlo todo con mayor detenimiento, "Pues el mirar es sólo / La forma en que persiste / El antiguo deseo" (vv. 10-12). Por medio de ese estudio detenido, el poeta podría valorar si podía darlo todo por perdido, o si en cambio, encontraba algún motivo de ilusión en esa España recobrada (vv. 13-18). 

Ese deambular lo llevaría "al mundo / Que fue tuyo otro tiempo", y a encontrarse consigo mismo, pero que es ahora alguien distinto: "Al tú de ayer, que es otro hoy". (vv. 19-24). Esa idea aparecía ya, como hemos comentado, en el poema La sombra. Ese tú de ayer estaría "Impotente, extasiado / Y solo" (caracterizando así al Cernuda de Perfil del aire), a la espera de un amigo (esa compañía siempre soñada) que a la larga resultará ser mismo. El Cernuda maduro reconoce que el amigo que en vano esperó en su juventud solo se manifestó en aventuras pasajeras, y que su destino será la soledad, acompañado solo de sí mismo (vv. 25-30).  

Ante esa situación de encuentro consigo mismo, Cernuda reconoce que optaría por marcharse sin hablar con su "yo" del pasado, sin prevenirlo contra la realidad. Con triste ironía, Cernuda admite "que la vida / Era una burla delicada", y que el joven Cernuda debe ignorarlo (vv. 31-36). En el fondo, el poeta reconoce que su "yo" juvenil debe pasar por todo lo que él pasó y llegar a esas conclusiones solo. Únicamente entonces el Cernuda juvenil se convertirá en el Cernuda maduro que él es.   

Cernuda, por medio del tema del doble o doppelgänger (en esta ocasión sin referencia alguna al mito de Narciso, como sí ocurría en su poesía de juventud), medita sobre el paso del tiempo y la inevitabilidad de cambiar los errores o aciertos de nuestro pasado.  

martes, 29 de enero de 2019

"Ser de Sansueña" (de "Vivir sin estar viviendo")


"Ser de Sansueña"

Acaso allí estará, cuatro costados
Bañados en los mares, al centro la meseta
Ardiente y andrajosa. Es ella, la madrastra
Original de tantos, como tú, dolidos
De ella y por ella dolientes.                                          5

Es la tierra imposible, que a su imagen te hizo
Para de sí arrojarte. En ella el hombre
Que otra cosa no pudo, por error naciendo,
Sucumbe de verdad, y como en pago
Ocasional de otros errores inmortales.                          10

Inalterable, en violento claroscuro,
Mírala, piénsala. Árida tierra, cielo fértil,
Con nieves y resoles, riadas y sequías;
Almendros y chumberas, espartos y naranjos
Crecen en ella, ya desierto, ya oasis.                            15

Junto a la iglesia está la casa llana,
Al lado del palacio está la timba,
El alarido ronco junto a la voz serena,
El amor junto al odio, y la caricia junto
A la puñalada. Allí es extremo todo.                              20

La nobleza plebeya, el populacho noble,
La pueblan; dando terratenientes y toreros,
Curas y caballistas, vagos y visionarios,
Guapos y guerrilleros. Tú compatriota,
Bien que ello te repugne, de su fauna.                          25

Las cosas tienen precio. Lo es del poderío
La corrupción, del amor la no correspondencia;
y ser de aquella tierra lo pagas con no serlo
De ninguna: deambular, vacuo y nulo,
Por el mundo, que a Sansueña y sus hijos desconoce.    30

Si en otro tiempo hubiera sido nuestra, 
Cuando gentes extrañas la temían y odiaban,
y mucho era ser de ella; cuando toda
Su sinrazón congénita, ya locura hoy,
Como admirable paradoja se imponía.                           35

Vivieron muerte, sí, pero con gloria
Monstruosa. Hoy la vida morimos
En ajeno rincón. Y mientras tanto
Los gusanos, de ella y su ruina irreparable,
crecen, prosperan.                                                       40

Vivir para ver esto.
Vivir para ser esto.


"Sansueña" es un topónimo que aparece ya en los relatos carolingios en lengua romance para referirse a "Sajonia". El nombre se recoge en muchos libros de caballerías y crónicas, y poco a poco, se irá introduciendo en la literatura castellana a través de los romances para referirse a una población ubicada en la península Ibérica, aunque su localización exacta se desconozca. Más tarde, Fray Luis de León se referirá también a ese espacio mítico, que reconoce como una parte del rey visigodo en su poema Profecía del Tajo. También en la Segunda Parte de El Quijote Cervantes identifica Sansueña con Zaragoza en el pasaje del Retablo de Mease Pedro.

Sea cual sea su origen, está claro que Cernuda se vale del nombre de esta ciudad legendaria para escribir uno de los poemas más crudos que dedica a España. Tras los dedicados a su patria en los que condenaba y lloraba la muerte de sus compatriotas y denunciaba los horrores de la Guerra Civil en Las Nubes, y aquellos más contemplativos centrados en el recuerdo idealizado de su infancia y sus espacios, contemplados con la benevolencia que aporta el destierro y la lejanía en Como quien espera el alba, el poeta da paso al resentimiento y la ira.  

Las coordenadas geográficas sitúan la península bañada por el mar y con la meseta en el centro, "ardiente y andrajosa" (v. 3). La adjetivación connotativa da muestra del subjetivismo con que se presenta a la patria, que "acaso allí estará" (v. 1), como si la indiferencia inicial del poeta pudiera alterar la posición de su tierra. La "amada madre" de Elegía española I es ahora "madrastra" (v. 3) de tantos como el poeta, "dolidos" y "por ella dolientes" (vv. 4-5). Es "tierra imposible" que arroja de sí a aquellos que creó a su imagen (a sus hijos). El hombre que comete la equivocación de nacer en ella encuentra la muerte (vv. 6-10) como castigo por su error. 

El poeta parece enfocar la vista para que fijemos la atención en un punto del territorio al que poco a poco se acerca a través del entorno que le rodea (vv. 11-13): almendros, chumberas, espartos, naranjos (un típico paisaje mediterráneo), que lo mismo puede ser desierto que oasis (v. 15). Describe a continuación los contrastes que se dan en la población: junto a la iglesia está la casa humilde, junto al palacio la casa de juego (vv. 16-17), y esta oposición se extiende a un plano abstracto: el amor junto al odio, la caricia junto a la puñalada (vv. 19-20), como símbolos de los extremos viscerales que se dan en Sansueña (España). 

El juego de contrastes se acentúa con el cruce de atributos que presenta la población  ("nobleza plebeya" y "populacho noble"); todos participan de esa indeterminación ("curas y caballistas", "vagos y visionarios", "guapos y guerrilleros", pares que comienzan por la misma letra) que causa el asco del poeta al reconocerse como uno de ellos (vv. 21-25). En esa sociedad todo tiene un precio y se puede comprar, y ser de Sansueña implica no ser de ninguna parte y vagar por el mundo, como hace el poeta, con la dificultad añadida de que nadie conoce Sansueña fuera de sus fronteras (vv. 26-30).   

Diferente fue la percepción de Sansueña en el pasado, cuando era una gran nación y causaba odio y miedo. A pesar de sus contradicciones, y de las muertes que trajo consigo, era indudable su grandeza (vv. 31-37); aquí se evidencia el discurso sobre la gloria pasada de España, a la que Cernuda vuelve como símbolo de la grandeza espiritual vivida entonces. Como contraste a este pasado mítico, el presente en que se muere en tierra ajena ("en ajeno rincón", v. 38). Los "gusanos" (que también aparecían al final del poema Góngora como símbolo de lo más rastrero de la sociedad) engordan en la decadencia de Sansueña. 

Los dos versos finales, que rompen el equilibrio del poema hasta este momento (ocho estrofas de cinco versos que combinan endecasílabos y alejandrinos)  suponen una síntesis emotiva de los sentimientos que generan en el poeta el declive de España: admite el horror de ver todo esto (en qué se ha convertido su país), y el horror de ser parte de ello, aún más horrible que contemplarlo. 

Es, como comentábamos al principio, un paso más en la reflexión sobre España nacida en el destierro, ahora desde el rencor y la rabia de saber que nada puede hacerse ya por cambiar la cruda realidad.

"La sombra" (de "Vivir sin estar viviendo")


"La sombra"

Al despertar de un sueño, buscas 
Tu juventud, como si fuera el cuerpo 
Del camarada que durmiese 
A tu lado y que al alba no encuentras. 

Ausencia conocida, nueva siempre,                 5
Con la cual no te hallas. Y aunque acaso 
Hoy tú seas más de lo que era 
El mozo ido, todavía 

Sin voz le llamas, cuántas veces; 
Olvidado que de su mocedad se alimentaba     10
Aquella pena aguda, la conciencia 
De tu vivir de ayer. Ahora, 

Ida también, es sólo 
Un vago malestar, una inconsciencia 
Acallando el pasado, dejando indiferente         15
Al otro que tú eres, sin pena, sin alivio.



La sombra representa en este poema la juventud del poeta; es muy interesante la forma en que Cernuda reflexiona en él sobre el paso del tiempo y la pérdida de la juventud. 

Al inicio del poema identifica a la juventud con el cuerpo del amante que dormía en su cama y que se ha marchado antes de que amaneciera. (vv. 1-4) La imagen del amante ausente que parte antes del alba es muy oportuna para describir una pérdida de la que el poeta no es consciente hasta que se produce. La juventud no se disipa de un día para otro, sino que su desaparición se evidencia en el momento que el poeta se detiene, salido de un sueño (su vida hasta ese momento) y se da cuenta de que ya no está. 

Esa "ausencia conocida" hace referencia a que Cernuda reconoce la falta de su juventud de manera repetida y no por ello resulta menos sorprendente para él ("nueva siempre"), pues no se siente identificado con el hecho de ya no ser joven ("con la cual no te hallas"). Y aunque el paso del tiempo haya indudablemente hecho de él una persona por completo distinta del muchacho que entonces era ("Y aunque acaso  / Hoy tú seas más de lo que era / El mozo ido", vv. 6-8), aún sigue con la vista atrás, buscando en vano su juventud (v. 9). 

El poeta siente cierto alivio cuando reconoce que la pena aguda de su juventud (el deseo que sentía siendo adolescente) en parte se acrecentaba por su inexperiencia y frustración de entonces (v. 10-12). El consuelo que le queda es percatarse de que ese deseo ha desaparecido también con la marcha de la juventud, y que de él solo queda un "vago malestar", un eco sin importancia que no le afecta en su presente, en el que no hay ni pena ni alivio, solo una especie de vacío caracterizado por la indiferencia (vv. 13-16)  

Esta constatación final es la prueba definitiva de que la juventud ha pasado y que Cernuda se halla ya en la madurez, lejos de las pasiones y los deseos de sus años mozos. Hay una clara aceptación de su derrota vital en ese cierre de apatía e indolencia, que muestra el decaído estado de ánimo de Cernuda por aquel entonces.

"Vivir sin estar viviendo" (1944-1949)


Cernuda comienza la composición de este libro en Cambridge habiendo dejado atrás un Glasgow que detestaba; lo continuó en Londres en sus dos últimos años en el país y lo concluyó en Massachusetts, donde había aceptado un puesto de profesor en la Universidad por mediación de su amiga Concha de Albornoz. De ese modo, de los 31 poemas que lo componen, ocho fueron escritos Cambridge (1944-45), trece en Londres (1945-47) y diez en Estados Unidos (1947-49). Si comparamos con sus libros anteriores, comprobamos que el período no ha sido tan productivo como los anteriores, y que los distintos escenarios de composición no dotan al conjunto de una unidad clara. Es el poemario de madurez más difuso, y el que posee el tono poético más bajo de entre los que escribe en el destierro. 

El motivo podemos encontrarlo en el propio título del libro, Vivir sin estar viviendo, y en el estado de ánimo del poeta por aquel entonces. Cernuda continúa viviendo una existencia aislada, sin apenas amistades profundas, sin amor, y ese encierro en su propia obra y la literatura parece agotarse; como él mismo explica en Historial de un libro:  La lectura, que siempre tuvo para mí un atractivo singular, llegó a aburrirme; [...] Téngase en cuenta que llevaba algunos años de vivir vicariously ["a través de otro"] (a eso alude el título de Vivir sin estar viviendo), y que a veces leía para sustituir la vida que no vivía. [...] La consecuencia de ese vivir es que nada se interpone entre nosotros y la muerte: desnudo el horizonte vital, nada percibía delante sino la muerte". 


Resultado de esa crisis espiritual es el descenso de la inspiración que se descubre en el libro; aunque hay poemas de gran valía, hay cierto agotamiento de los caminos emprendidos en su poemario anterior. El encierro en sí mismo que señalamos en Como quien espera el alba se mantiene, y no hay una nueva apertura a la realidad como en Las Nubes. En ese sentido, no hay avance con respecto a las novedades que presentó en el poemario que le precede; más bien hay una insistencia en los mismos temas, al que se une el paso del tiempo; pero la manera de presentarlos crea un efecto de distanciamiento y de extrañeza. Ni siquiera los breves atisbos de amor (los cuatro poemas que abren el libro, "Cuatro poemas a una sombra") consiguen romper la impresión de repetición y falta de originalidad del libro. 

Los avances estéticos señalados en el libro anterior (el uso del "tú", los encabalgamientos, las frases largas y complejas, la tendencia al prosaísmo) se mantienen sin ninguna novedad en Vivir sin estar viviendo.

"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...