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sábado, 8 de febrero de 2020

"Precio de un cuerpo" (de "Con las hora contadas")


"Precio de un cuerpo"


Cuando algún cuerpo hermoso, 
Como el tuyo, nos lleva 
Tras de sí, él mismo no comprende,  
Sólo el amante y el amor lo saben.  
(Amor, terror de soledad humana.)             5

Esta humillante servidumbre, 
Necesidad de gastar la ternura 
En un ser que llenamos 
Con nuestro pensamiento, 
Vivo de nuestra vida.                                 10

Él da el motivo, 
Lo diste tú; porque tú existes 
Afuera como sombra de algo, 
Una sombra perfecta 
De aquel afán, que es del amante, mío.       15

Si yo te hablase 
Cómo el amor depara 
Su razón al vivir y su locura, 
Tú no comprenderías. 
Por eso nada digo.                                     20

La hermosura, inconsciente 
De su propia celada, cobró la presa 
Y sigue. Así, por cada instante 
De goce, el precio está pagado: 
Este infierno de angustia y de deseo.          25

Este poema es el número XIV dentro de la colección Poemas para un cuerpo (ver la entrada anterior para comprender el significado de este breve poemario), y se divide en cinco estrofas de cinco versos cada una, que presentan irregularidad en su métrica (versos de 5, 7, 9 y 11 sílabas), con un claro ritmo endecasilábico. 

Al igual que ocurría en el poema anterior, el "tú" al que se dirige el poeta es el amado y no él mismo, como hemos visto en su poesía de madurez desde Como quien espera el alba.

El poema arranca con la extrañeza que provoca en el amado el hecho de que su cuerpo pueda causar la atracción de los demás, sentimiento que solo comprenden el amante y el amor mismo. Cernuda introduce entonces un breve comentario entre paréntesis ("Amor, terror de soledad humana") que contiene una definición del amor, entendido como horror a sentirse solo, visión comprensible especialmente en un hombre cercano a la vejez como él.

Cernuda considera que ese amor hacia un cuerpo es una "humillante servidumbre", pues nos obliga a dedicar nuestra ternura a "un ser que llenamos  / con nuestro pensamiento", proceso que se interpreta de dos maneras: por un lado, al no ser un amor correspondido, somos nosotros solos los que debemos mantener ese amor vivo; por otro lado, al ser un amor idealizado, basado en la contemplación del cuerpo, la parte intelectual, "el pensamiento" debe ser suplida de algún modo. 

En la siguiente estrofa Cernuda lo precisa aún más: el motivo de ese amor lo da el cuerpo, que existe "afuera como sombra de algo" (manifestación externa y física de ese deseo, ese afán que mueve al poeta) y que es su razón de ser (también el poema anterior, "Sombra de mí", insistía en esta idea).

En la cuarta estrofa Cernuda confiesa la imposibilidad de manifestar claramente sus sentimientos a su amado ("Si yo te hablase / Cómo el amor depara / Su razón al vivir y su locura") pues él nada entendería; por ese motivo, el poeta prefiere callar. 

Sin saber la fuerza que ejerce su belleza sobre los demás, atrapándolos en el lazo del amor (el tópico del amor como caza -venatus amorises una recurso que tiene una larga tradición), el cuerpo sigue adelante, y por cada instante de goce que concede al amante (su contemplación, su compañía, incluso la posibilidad de tocarlo), el poeta debe pagar su precio: el "infierno de angustia y de deseo" en el que habita, pues se trata de un placer inalcanzable que nunca podrá gozar. El título del poema pues se refiere al sufrimiento que acompaña siempre al hecho de enamorarse de alguien que no nos corresponde. 

"Sombra de mí" (de "Con las horas contadas")


"Sombra de mí"

Bien sé yo que esta imagen
Fija siempre en la mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí existe
Antes que el tiempo acabe.                            5


Mi amor así visible me pareces,
Por mí dotado de esa gracia misma
Que me hace sufrir, llorar, desesperarme
De todo a veces, mientras otras
Me levanta hasta el cielo en nuestra vida,       10
Sintiendo las dulzuras que se guardan
Sólo a los elegidos tras el mundo.


y aunque conozco eso, luego pienso
Que sin ti, sin el raro
Pretexto que me diste,                                  15
Mi amor, que afuera está con su ternura,
Allá dentro de mí hoy seguiría
Dormido todavía y a la espera
De alguien que, a su llamada,
Le hiciera al fin latir gozosamente.                 20


Entonces te doy gracias y te digo:
Para esto vine al mundo, y a esperarte;
Para vivir por ti, como tú vives
Por mí, aunque no lo sepas,
Por este amor tan hondo que te tengo.          25



La última sección de Con las horas contadas constituye un breve poemario por sí solo, titulado Poemas para un cuerpo. Son dieciséis poemas que Cernuda escribió a lo largo de un período de varios años y que fueron el resultado de su relación con Salvador Alighieri, un joven culturista mexicano veintiocho años más joven que el poeta, y que sería el último amor de su vida. Cernuda publicó la colección como libro independiente en España en 1957 en Málaga (fue el primer poemario que vio la luz en su tierra natal desde la Guerra Civil) y posteriormente lo integraría dentro de Con las horas contadas. En poema que nos ocupa es el número IV dentro de la serie.

Tal y como analiza Antonio Rivero Taravillo en el capítulo dedicado al idilio en el segundo volumen de su monumental biografía de Cernuda ("Un cuerpo llamado Salvador", Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963), pp. 239-248), parece ser que la relación se mantuvo en un plano estrictamente platónico. Cernuda lo conoció en un gimnasio que ambos frecuentaban; el joven era campeón de culturismo y es evidente que la atracción de Cernuda se basaba únicamente en el plano físico; muy pronto intimó con el muchacho que había salido en su defensa varias veces en el gimnasio por su condición de extranjero. Quizás la relación no fuera tan inocente como el culturista, ya anciano, explica en las páginas de la biografía y en diversas entrevistas que se publicaron cuando se hizo pública su identidad; pero lo que es innegable es que fue una relación desequilibrada, donde Salvador fue el amado y Cernuda el amante, y que el poeta tal vez nunca le manifestara abiertamente sus sentimientos y la importancia de su relación. 

Este poema ahonda precisamente en este sentimiento. Se divide en cuatro estrofas de extensión desigual (5 versos, 7 versos, 8 versos y 5 versos), que adquiere cierta apariencia simétrica (las dos estrofas de 5 versos al principio y al final y las de 7 y 8, en la parte central). Las dos estrofas extremas son además las más regulares: la primera se compone de versos heptasílabos, y la última, de endecasílabos. Las otras dos estrofas combinan versos de 7, 9 y 11 sílabas libres (ritmo endecasilábico). 

En esa primera estrofa introductoria está la clave del título del poema. Cernuda se dirige a un "tú" (que no es él mismo, sino el amado), para confesarle que esa imagen que tiene de él no es más que una sombra del amor que el poeta siente. Es decir, su amor es la proyección de las fantasías y el deseo de Cernuda, que busca ese objeto amoroso "antes que el tiempo acabe" (es decir, antes de que acabe su vida). Esa "Sombra de mí" del título juega además con la ambigüedad de que el amado sea sombra de él mismo (por ser un hombre también y tratarse de un reflejo de su propia identidad, algo que ya vimos en la etapa inicial de Cernuda con el mito de Narciso), al tiempo que introduce la idea de que no se trata más que de un sueño, una ilusión pues no se trata de un amor correspondido.

Ese cuerpo se convierte así en "amor visible" (en la medida que no es imaginado), y el poeta describe en la segunda estrofa los sentimientos que le genera ese amor, que una veces se manifiesta en forma de sufrimiento, llanto y celos, y otras, como la elevación y la euforia que concede el enamoramiento, que disfrutan solo "los elegidos" (aquellos que están enamorados). 

En la tercera estrofa el poeta, consciente de la suerte que tiene por estar enamorado, reflexiona que si no hubiera encontrado a su amado, ese amor que tenía en su interior aguardando a que llegara alguien para manifestarse continuaría escondido, a la espera de ser despertado. 

Concluye por ello dándole las gracias, y con tres versos rotundos donde manifiesta de forma hiperbólica la importancia de ese amor (la influencia del romanticismo es clara en ellos): el poeta vino al mundo para esperar a su amado, para vivir por él, del mismo modo que el amado vive por el poeta, aunque lo desconozca, pues el amor que Cernuda siente por él es tan grande que da sentido a la existencia del otro, aunque ese amor no sea recíproco. Se cierra pues con un canto al amor exaltado que recuerda al espíritu de su otro gran poemario amoroso, Los placeres prohibidos (recuérdense poemas como "Si un hombre pudiera decir" o "Te quiero").

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