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viernes, 11 de enero de 2019

XXII (de "Primeras poesías")


     XXII


      En soledad. No se siente 
             el mundo, que un muro sella; 
       la lámpara abre su huella 
      sobre el diván indolente. 
  Acogida está la frente 
al regazo del hastío. 
           ¿Qué ausencia, qué desvarío 
    a la belleza hizo ajena? 
        Tu juventud nula, en pena 
 el blanco papel vacío.


Última décima del poemario (diez versos octosílabos con rima consonante y esquema métrico abbaaccddc) que prosigue el tono del poema anterior. El poeta en soledad permanece ajeno al mundo, que queda más allá de los muros de la habitación. De nuevo el contraste entre el interior y el exterior, que se ha convertido en una de las constantes temáticas del libro. Otra vez aparece la luz de la lámpara como foco de atención (aparecía en el poema anterior y en el número XI), que vierte su claridad sobre el "diván indolente". El adjetivo aparece en repetidas ocasiones a lo largo del libro, y caracteriza el estado de ánimo del poeta, que sobre el diván (posición tumbada, también muy significativa por lo que tiene de dejadez y falta de energía) se aburre y divaga. En ese estado, su frente se entrega metafóricamente "al regazo del hastío", es decir, se deja llevar por la falta de estímulos e interés. Su actitud es de rendición absoluta al aburrimiento y al vacío. El intento por encontrar una expresión poética que canalice sus deseos no haya respuesta.

Esto se evidencia a partir de la segunda parte del poema (vv. 7-10). El poeta se cuestiona por medio de una interrogación retórica qué provocó que esa belleza deseada permanezca como una realidad "ajena", que no forma parte de su propio entorno y no se materializa así de manera real. Se evidencia el contraste entre realidad y deseo, ya apuntado en algunos poemas anteriores y que constituye una de las obsesiones del autor, que se manifiesta ya en sus primeros escritos. Categórica es la adjetivación que acompaña a su juventud (v. 9), que se describe como "nula" en la medida en que no tiene valor, está vacía, es estéril por no contar con el amor ansiado. Esas experiencias juveniles que no se han producido son "pena / de un papel blanco vacío". El poema concluye así en una triste paradoja, pues la ausencia de encuentros amorosos que podría haber sido suplido con la escritura (la forma en que Cernuda ha encauzado sus deseos no cumplidos en algunos poemas del libro, como por ejemplo el X), parece que aquí no encuentra resolución. Solo una hoja en blanco, que quizás podría escribir si tuviera vivencias que le sirvieran de inspiración.

Hay una evidente frustración en este poema, donde la impotencia por el conflicto que surge entre lo que se desea y lo que se tiene se hace patente con claridad.

miércoles, 9 de enero de 2019

XX (de "Primeras poesías")


    XX


Los árboles al poniente
    dan sombra a mi corazón.
      ¿Las hojas son verdes? Son
        de oro fresco y transparente.
       Buscando se irá el presente,
      de rosas hecho y de penas.
Y yo me iré. Las arenas
      han de cubrirme algún hoy.
    Canción mía, ¿qué te doy,
    si alma y vida son ajenas?


Esta décima rompe la tendencia que domina en el libro de dedicar este tipo de estrofa a describir objetos o situaciones por medio de metáforas e imágenes ingeniosas. Su sencillez expresiva contrasta con otras décimas del libro ya comentadas (por ejemplo, los poemas XVII, XIII o XI) y lo acerca a la estética de Juan Ramón Jiménez, como explica Derek Harris. 

La décima sigue la estructura habitual de esta estrofa (versos octosílabos con rima consonante y esquema métrico abbaaccddc), con rima en palabra aguda en los versos 2 y 3 ("corazón" y "son"), así como en los versos 8 y 9 ("hoy" y "doy"), con una clara disposición simétrica. 

El verso inicial "Los árboles al poniente" se opone al verso inicial del poema anterior ("La desierta belleza sin oriente"), y establece el tono crepuscular del poema. En el ocaso, el poeta se halla a la sombra de unos árboles cuyas hojas, por efecto de la luz del atardecer, se ven doradas en lugar de verdes. En esos momentos de meditación, reflexiona sobre el paso del tiempo ("Buscando se irá el presente"), compuesto de cosas buenas y malas ("rosas" y "penas"). Como consecuencia, el paso de tiempo implica que también él se marchará un día ("Y yo me iré") y será enterrado ("las arenas / han de cubrirme algún hoy"). El uso del "hoy" para referirse a algún día subraya la clara fugacidad del presente, pues el día de su muerte será el "hoy"actualizado de su último momento. El poeta se dirige así a su propio poema ("Canción mía") para preguntarse qué puede dejar él tras de sí, si la existencia es fugaz y no depende de su voluntad. 

El carácter melancólico y crepuscular del poema se parece al estilo del primer Juan Ramón, con evidentes rasgos modernistas. Este parecido se acentúa por la cita de un verso de Juan Ramón Jiménez ("Y yo me iré"), que pertenece a su famoso poema El viaje definitivo, que comparte el tema con la décima de Cernuda.     

martes, 25 de diciembre de 2018

XVII (de "Primeras poesías")


   XVII

 No es el aire puntual
        el que tiende esa sonrisa,
    en donde la luz se irisa
      tornasol, sino el cristal;    
          que de tan puro, imparcial,
      su materia transparente
       hurta a los ojos, ausente
 con imposible confín,
         porque su presencia en fin 
        tan sólo el labio la siente.

Este poema es el tercero de los añadidos a Primeras poesías que no pertenecían a Perfil del aire. Se trata de una décima (diez versos octosílabos con rima consonante y cuya estructura es abbaaccddc), que se publicó originariamente en la revista Verso y Prosa en 1927. Se trata pues de un texto coetáneo de los contenidos en Perfil del aire aunque no apareciera en la primera edición del libro. 

El poema en esta ocasión está dedicado al cristal de la ventana. Es habitual que Cernuda dedique las décimas a los llamados "poemas de objetos" que le permiten, por medio de un uso ingenioso de las metáforas y las imágenes, ofrecer una visión inédita de un elemento cotidiano (lo hemos visto en ejemplos anteriores, como en el poema II, el poema IV o el poema XI). 

Los cuatro primeros versos de la décima explican que el efecto óptico que parece dotar al aire de una sonrisa se debe al paso de la luz a través del cristal, cuyo reflejo ("tornasol") provoca la sensación visual. Al ser tan transparente el cristal y estar tan limpio, es imposible que el ojo note su presencia ("su materia transparente / hurta a los ojos"), de tal modo que sus límites físicos (su "imposible confín") solo pueden ser percibidos por el labio que se posa sobre él, reconociendo así su existencia. 

Aunque pueda entenderse el texto como un nuevo juego poético, prefigura la oposición entre la realidad y el deseo que será constante en Cernuda al presentar el contraste entre la apariencia errónea a la vista y la presencia real al tacto. En el texto hay ecos del poema Tornasol de Jorge Guillén (tal y como ocurría en el poema XV), pero como analiza Derek Harris en su estudio, la intención de uno y otro poeta es completamente diferente, y este poema ilustra las divergencias entre ambos. Frente a la guilleniana "residencia en el mundo", llena de optimismo, Cernuda ofrece una visión de aislamiento, encerrado en la habitación tras el cristal contra el que pega su cara.    

jueves, 20 de diciembre de 2018

XV (de "Primeras poesías")


     XV


       La luz dudosa despierta,
    pero la noche no está;

  hacia las estrellas va,
       sobre el horizonte alerta.
    El aire tierno concierta
    con esta cándida hora.
      ¿Qué labio forma sonora
         Dio a esa risa? La ventana
     traza su verde persiana
            en la enramada a la aurora.



Una décima (estrofa de diez versos octosílabos con rima consonante y esquema abbaaccddc) es la estrofa que Cernuda utiliza para mostrarnos una descripción ingeniosa del amanecer.

 "La luz dudosa despierta" del primer verso hace referencia a la forma tímida que tiene de manifestarse la claridad al abrir el día. La noche no está, porque se retira hacia las estrellas (el espacio nocturno, pues solo de noche son visibles), teniendo al horizonte "alerta" (porque en él se manifiestan las primeras luces del alba). Tanto la luz como el horizonte y el aire se han puesto de acuerdo ("concierta") "con esta cándida hora" ("cándida" en su sentido etimológico, blanca), es decir, la hora del amanecer, ya que quieren desterrar la oscuridad nocturna.

La huida de la noche provoca la risa de los testigos (¿el poeta, quizás?), aunque también puede interpretarse que el amanecer es una sonrisa (por cuanto supone de triunfo sobre la oscuridad) que carece de sonido, de ahí que el poeta se pregunte de forma retórica qué labio la articula. En los versos finales se establece una correspondencia entre la persiana verde (que impide entrar la luz a través de la ventana) y lo que ocurre con las ramas de los árboles y la aurora. Hay una clara lucha entre la luz y la oscuridad, donde también participan aquellos elementos que se oponen a la primera, aunque sea la claridad la que salga victoriosa.

En los versos finales encontramos además similitudes con el poema Tornasol de Jorge Guillén: "tras de las persianas / verdes, el verdor / de aquella enramada / toda tornasol", que evidencian en este caso la posible inspiración para la imagen de Cernuda.


miércoles, 19 de diciembre de 2018

XIII (de "Primeras poesías")


       XIII


            Se goza en sueño encantado,   
         tras espacio infranqueable,
 su belleza irreparable
  el Narciso enamorado.
Ya diamante azogado
      o agua helada, se desata
   y humanas rosas dilata
 en inmóvil paroxismo.
       dejando solo en su abismo
    fugaz memoria de plata.



De nuevo la décima es la estrofa elegida por Cernuda, de versos octosílabos y rima consonante con estructura abbaaccddc. En este caso, el tema del poema es el narcisismo, que se había intuido ya en algunos poemas anteriores (y que aparecía claramente en algunos de los poemas eliminados que formaban parte de Perfil del aire).

El personaje que se contempla en el espejo disfruta de la visión "tras espacio infranqueable" (pues es imposible que atraviese el cristal) de su belleza "irreparable" (que no se puede reparar porque no admite mejora, es ya perfecta). Se lo describe como "Narciso enamorado" haciendo referencia al personaje mitológico que se enamoró de su reflejo en el agua. 

La segunda parte del poema (versos 5-10), se centra en la reacción que provoca esa observación. Ya se mire en un espejo ("diamante azogado", recuérdese que el azogue -mercurio- se utilizaba antiguamente para hacer espejos), o en la superficie del agua, la visión de sí mismo causa la emoción del enamorado ("se desata / y humanas rosas dilata"), enrojeciendo su rostro. Pero esta excitación se da  "en inmóvil paroxismo", pues el enamorado no puede alcanzar el objeto deseado, y únicamente lo contempla "en su abismo" (la distancia insalvable que existe entre él y su reflejo), dejando solo "fugaz memoria de plata", es decir, el recuerdo de su imagen que se mantiene mientras el Narciso permanezca frente al espejo (la plata también hace referencia al brillo de este).

Como suele ocurrir en las décimas del libro, el poema contiene una importante colección de metáforas ingeniosas, aunque en este caso el componente lúdico se una al tema del narcisismo, que guarda relación con el amor homosexual que Cernuda declarará de forma mucho más abierta en obras posteriores. 

lunes, 17 de diciembre de 2018

IX (de "Primeras poesías")


   IX

   El fresco verano llena

   andaluzas soledades;
      no acercarán amistades
     la tierna imagen ajena.
   Visos y dejos de pena
el agua me robaría;
   que la desdicha sonría
           hasta que el viento la lleve.
      Y en un molino de nieve
 levanto una nevería.


El poema IX es una décima (diez versos octosílabos con rima consonante con esquema abbaaccddc) que se relaciona temáticamente con el poema anterior. El poeta se describe a sí mismo como preso de la soledad que el verano no consigue ahuyentar; "las andaluces soledades" hacen referencia tanto al espacio donde se produce el estado de aislamiento como al propio origen del poeta. El verano, momento propicio para conocer a nuevas personas, ampliar amistades o incluso descubrir el amor, no se producirá en esta ocasión. "La tierna imagen ajena", esa presencia que Cernuda aguarda con ganas, no se manifestará en forma de nuevos amigos ("no acercarán amistades"). El poeta cree entonces que quizás el agua podrá aliviarlo de sus preocupaciones ("visos y dejos de pena / el agua me robaría"), como si el consuelo de un vaso de agua pudiera hacer desaparecer su pena, del mismo modo que la sed. 

Frente a la aparente melancolía del poeta, su reacción muestra que no es tan profunda su tristeza, y se ha señalado el claro contraste con los cuatro versos finales, donde primero confía en que el viento se llevará la desdicha (dando por sentado que no se trata de un sentimiento muy profundo, sino más bien superficial y fácil de cambiar), para finalmente concluir con una reacción cómica al calor del verano citando el canto callejero de un aguador ("y en un molino de nieve / levanto una nevería"). Así lo atestigua Derek Harris por el testimonio directo de Cernuda, que pretendía oponer un tono chistoso a la tristeza que sentía. Es evidente que el poeta no está hablando de un sentimiento arraigado y doloroso con una causa clara, sino más bien de cierto capricho sentimental, producto del abatimiento, la reflexión en soledad y los deseos indefinidos que lo asaltan durante el largo verano. 

Algunos críticos, como Begoña Ibáñez, han visto en el aire ("el molino") y en el agua ("la nieve") un circulo de muerte en forma simbólica, aunque la lectura lúdica final nos parece más adecuada.  Otros, como Concepción López, ven también en el poema una referencia al mito de Narciso (la "tierna imagen ajena" sería una forma de referirse al reflejo en el agua del personaje mitológico), que guarda relación con otros poemas del libro y que sirve para referirse al amor homosexual de Cernuda.

viernes, 7 de diciembre de 2018

VI (de "Primeras poesías")


    VI


    ¿Dónde huir? Tibio vacío,
 ingrávida somnolencia
      retiene aquí mi presencia,
toda moroso albedrío,
en este salón tan frío,
  reino del tiempo tirano.
          ¿De qué nos sirvió el verano,
  oh ruiseñor en la nieve,
       si sólo un mundo tan breve
   ciñe al soñador en vano?


El sexto poema del libro es una décima, con el esquema habitual de versos octosílabos con rima consonante y rima abbaaccddc. Su tema es mucho más profundo que el presentado en las décimas anteriores, que se centraban en la representación ingeniosa de objetos (el ventilador, la almohada) y en las sensaciones que estos generaban. Aquí se habla del paso del tiempo y de la pérdida de las ilusiones que va aparejada a aquel. 

El poema se abre con una interrogación retórica ("¿Dónde huir?") que queda claramente sin respuesta. El poeta se halla atrapado en el interior del salón frío, donde gobierna "el tiempo tirano", la clara percepción de que el paso del tiempo es irremediable y no se puede escapar a su influjo. En la primera parte de la décima destacan los adjetivos que acompaña a los sustantivos, pues aquellos son los que limitan el alcance y el significado de las palabras a las que califican. El vacío es "tibio" porque aún guarda el recuerdo del verano, como la huella cálida que deja un cuerpo al abandonar un lecho; la somnolencia es "ingrávida", contraponiendo la pesadez del sueño a la ligereza de la ingravidez, en un juego de contrastes que se repite en "moroso albedrío" (lento impulso), así como en el invierno - verano de la segunda parte de la estrofa. El poeta ha perdido su iniciativa, encerrado en el interior, y siente que esa lentitud lo contagia, impidiéndole salir o cualquier atisbo de iniciativa, ya que no le queda lugar donde marcharse. 

La segunda parte de la décima (versos 7-10) es de nuevo una pregunta retórica por medio de la cual el poeta desahoga su decepción. El verano, tiempo de la esperanza y la alegría, ha pasado. El ruiseñor, símbolo tópico del amor y de la voz poética, se presenta aquí como "ruiseñor en la nieve", forma indirecta de negar su existencia, pues los ruiseñores se marchan en otoño para regresar en primavera.  Un ruiseñor en la nieve está abocado a la muerte, de ahí que la imagen haga referencia a su ausencia. Esta interpretación se refuerza por un texto en prosa del propio Cernuda, "Aire vacío", escrito por esos años y que se recoge en sus Prosas Completas, donde se lee: "Desde esta fría baranda se ve la noche de mayo. No canta ningún ruiseñor, aunque decían. Sólo unas estrellas en la amplitud sombríamente clara. [.] Yo sólo veo. Abajo en la tierra, un luminoso anuncio convoca a los viajeros de todo el orbe. Arriba, esos otros anuncios luminosos de las posadas celestes. Ya sé que no canta ningún ruiseñor. La noche de mayo". El texto ofrece una posición semejante del poeta, que observa desde el interior el frío exterior, repitiéndose además el recurso del ruiseñor y del orbe, tal y como ocurre en el poema. 

De este modo, se justifica que el ruiseñor solo podía habitar el verano, de ahí que el poeta se lamente de que un "orbe tan breve" (un mundo, una existencia que pasa tan rápido) sea la que rodee "al soñador" (al poeta) en vano, es decir, sin ningún logro. El poema se entiende así como un canto al carpe diem (como propone Begoña Ibáñez): mientras dure la primavera hay que aprovechar sus frutos pues con la llegada del invierno, la esterilidad se apodera de todo.  C.B. Morris, por su parte, ve en la huida de Cernuda una referencia al "Mon âme vide, où fuir?" de Mallarmé, con el que comparte además el peso de los espacios cerrados ("el salón tan frío" del verso 5). El salón desierto es un símbolo importante en la poesía del francés, y ya Cernuda lo conocía por aquel entonces, como recuerda Derek Harris. Hay pues una intrincada red de referencias textuales en el poema que no se agota con una única lectura.         

sábado, 1 de diciembre de 2018

IV (de "Primeras poesías")


    IV

    Morir cotidiano, undoso

         entre sábanas de espuma;
       almohada, alas de pluma
         de los hombros en reposo.
Un abismo deleitoso
       cede; lo incierto presente
              a quien con el cuerpo ausente
 en contraluces pasea.
 Al blando lecho rodea
        ébano en sombra luciente.


El cuarto poema de Primeras poesías es una décima de versos octosílabos con rima consonante que sigue la estructura habitual abbaaccddc. El poema se dedica a la almohada y al descanso, relacionándose con el anterior aunque desde una perspectiva menos profunda.


El sueño es para Cernuda "morir cuotidiano", pues supone entregarnos a la "muerte" del descanso, que nos mantiene alejado por unas horas del mundo de los vivos. Ese morir cotidiano se presenta con características acuáticas, como si se tratara de un mar en el que se sumergiera el cuerpo: está rodeado de olas y de "sábanas de espuma". La metáfora que introduce la almohada se basa además en una sinécdoque; la almohada está rellena de plumas, y por contigüidad, el objeto se convierte en "alas de pluma" que mantienen a los hombros descansados, sujetos al vuelo del sueño. La primera parte de la décima (versos 1-4) concluye con esta figura audaz.

Al dormirse, el cuerpo se relaja, pierde la rigidez y "cae" en un abismo de delicia. En ese momento, "con el cuerpo ausente" (es decir, dormido), el poeta es capaz de aprehender "lo incierto presente", esa inefable realidad  que no consigue alcanzar cuando está despierto. Tal y como analiza J. M. Aguirre, la tragedia es que Cernuda no puede cruzar la barrera que separa sus sentidos del mundo exterior cuando está lúcido y despierto, pero sí en esas "contraluces" del duermevela. En esos momentos sí alcanza la plenitud buscada.

Los dos versos finales sirven de marco al entorno físico de la cama; "el blando lecho" es rodeado por "ébano en sombra luciente", la oscuridad de la noche que luce gracias a la clarividencia del momento de plenitud que el poeta ha alcanzado entre el sueño y la vigilia.  


viernes, 30 de noviembre de 2018

II (de "Primeras poesías")


   II

   Urbano y dulce revuelo
  suscitando fresca brisa
 para sazón de sonrisa
             que agosta el ardor del suelo;
          pues si aquel mudo señuelo
   de caña y papel, pasivo
     al curvo desmayo estivo,
       aún queda, brusca delicia,
 la que abre tu caricia,
oh ventilador cautivo.


El segundo poema de Primeras poesías es una décima, estrofa de diez versos octosílabos con rima abbaaccddc. Es una de las más conocidas por su contenido humorístico, que mucho debe a Salinas y a Guillén. El tema del poema es un ventilador, y el uso de objetos mecánicos como temas poéticos ya había sido utilizado por Salinas y Guillén, además de ser un rasgo característico de la poesía futurista que impregna el estilo de la época.

El ventilador es caracterizado como "urbano revuelo", y se puede entender en su doble acepción; es urbano pues pertenece a la ciudad, es un aparato eléctrico que se utiliza en el mundo moderno, y también es urbano pues es comedido y correcto, ya que solo funciona cuando se enciende. La ironía de Cernuda se aprecia en la elección del adjetivo. El aire que genera el ventilador provoca la sonrisa del beneficiario, que ve así aliviado el calor que lo envuelve (vv 1-4). Frente a la potencia del electrodoméstico, Cernuda contrapone el deficiente rendimiento de un abanico, "mudo señuelo de caña y papel". El abanico es "señuelo" porque distrae y engaña, sin lograr eliminar el calor; es además "pasivo" porque depende de la acción del brazo humano para funcionar, mientras que el ventilador es autónomo. El abanico requiere de la persona, y esa relación se describe por medio de una metonimia ("curvo"), atendiendo a la forma del abanico y también al arco descrito al moverlo, y metafóricamente  ("desmayo"), pues el abanico se mueve hacia delante y se detiene en cada ciclo, como si se desvaneciera. La preferencia por el ventilador se subraya en el verso final, invocación humorística a la máquina que además se define como "cautivo", debido a la rejilla protectora que cubre las aspas. 

Es un poema ingenioso y humorístico que indirectamente se recrea en el aire (uno de los elementos constitutivos del libro) pero que no comparte el tono dominante de ensimismamiento y reflexión del poemario.  

"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...