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sábado, 8 de febrero de 2020

"Precio de un cuerpo" (de "Con las hora contadas")


"Precio de un cuerpo"


Cuando algún cuerpo hermoso, 
Como el tuyo, nos lleva 
Tras de sí, él mismo no comprende,  
Sólo el amante y el amor lo saben.  
(Amor, terror de soledad humana.)             5

Esta humillante servidumbre, 
Necesidad de gastar la ternura 
En un ser que llenamos 
Con nuestro pensamiento, 
Vivo de nuestra vida.                                 10

Él da el motivo, 
Lo diste tú; porque tú existes 
Afuera como sombra de algo, 
Una sombra perfecta 
De aquel afán, que es del amante, mío.       15

Si yo te hablase 
Cómo el amor depara 
Su razón al vivir y su locura, 
Tú no comprenderías. 
Por eso nada digo.                                     20

La hermosura, inconsciente 
De su propia celada, cobró la presa 
Y sigue. Así, por cada instante 
De goce, el precio está pagado: 
Este infierno de angustia y de deseo.          25

Este poema es el número XIV dentro de la colección Poemas para un cuerpo (ver la entrada anterior para comprender el significado de este breve poemario), y se divide en cinco estrofas de cinco versos cada una, que presentan irregularidad en su métrica (versos de 5, 7, 9 y 11 sílabas), con un claro ritmo endecasilábico. 

Al igual que ocurría en el poema anterior, el "tú" al que se dirige el poeta es el amado y no él mismo, como hemos visto en su poesía de madurez desde Como quien espera el alba.

El poema arranca con la extrañeza que provoca en el amado el hecho de que su cuerpo pueda causar la atracción de los demás, sentimiento que solo comprenden el amante y el amor mismo. Cernuda introduce entonces un breve comentario entre paréntesis ("Amor, terror de soledad humana") que contiene una definición del amor, entendido como horror a sentirse solo, visión comprensible especialmente en un hombre cercano a la vejez como él.

Cernuda considera que ese amor hacia un cuerpo es una "humillante servidumbre", pues nos obliga a dedicar nuestra ternura a "un ser que llenamos  / con nuestro pensamiento", proceso que se interpreta de dos maneras: por un lado, al no ser un amor correspondido, somos nosotros solos los que debemos mantener ese amor vivo; por otro lado, al ser un amor idealizado, basado en la contemplación del cuerpo, la parte intelectual, "el pensamiento" debe ser suplida de algún modo. 

En la siguiente estrofa Cernuda lo precisa aún más: el motivo de ese amor lo da el cuerpo, que existe "afuera como sombra de algo" (manifestación externa y física de ese deseo, ese afán que mueve al poeta) y que es su razón de ser (también el poema anterior, "Sombra de mí", insistía en esta idea).

En la cuarta estrofa Cernuda confiesa la imposibilidad de manifestar claramente sus sentimientos a su amado ("Si yo te hablase / Cómo el amor depara / Su razón al vivir y su locura") pues él nada entendería; por ese motivo, el poeta prefiere callar. 

Sin saber la fuerza que ejerce su belleza sobre los demás, atrapándolos en el lazo del amor (el tópico del amor como caza -venatus amorises una recurso que tiene una larga tradición), el cuerpo sigue adelante, y por cada instante de goce que concede al amante (su contemplación, su compañía, incluso la posibilidad de tocarlo), el poeta debe pagar su precio: el "infierno de angustia y de deseo" en el que habita, pues se trata de un placer inalcanzable que nunca podrá gozar. El título del poema pues se refiere al sufrimiento que acompaña siempre al hecho de enamorarse de alguien que no nos corresponde. 

"Sombra de mí" (de "Con las horas contadas")


"Sombra de mí"

Bien sé yo que esta imagen
Fija siempre en la mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí existe
Antes que el tiempo acabe.                            5


Mi amor así visible me pareces,
Por mí dotado de esa gracia misma
Que me hace sufrir, llorar, desesperarme
De todo a veces, mientras otras
Me levanta hasta el cielo en nuestra vida,       10
Sintiendo las dulzuras que se guardan
Sólo a los elegidos tras el mundo.


y aunque conozco eso, luego pienso
Que sin ti, sin el raro
Pretexto que me diste,                                  15
Mi amor, que afuera está con su ternura,
Allá dentro de mí hoy seguiría
Dormido todavía y a la espera
De alguien que, a su llamada,
Le hiciera al fin latir gozosamente.                 20


Entonces te doy gracias y te digo:
Para esto vine al mundo, y a esperarte;
Para vivir por ti, como tú vives
Por mí, aunque no lo sepas,
Por este amor tan hondo que te tengo.          25



La última sección de Con las horas contadas constituye un breve poemario por sí solo, titulado Poemas para un cuerpo. Son dieciséis poemas que Cernuda escribió a lo largo de un período de varios años y que fueron el resultado de su relación con Salvador Alighieri, un joven culturista mexicano veintiocho años más joven que el poeta, y que sería el último amor de su vida. Cernuda publicó la colección como libro independiente en España en 1957 en Málaga (fue el primer poemario que vio la luz en su tierra natal desde la Guerra Civil) y posteriormente lo integraría dentro de Con las horas contadas. En poema que nos ocupa es el número IV dentro de la serie.

Tal y como analiza Antonio Rivero Taravillo en el capítulo dedicado al idilio en el segundo volumen de su monumental biografía de Cernuda ("Un cuerpo llamado Salvador", Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963), pp. 239-248), parece ser que la relación se mantuvo en un plano estrictamente platónico. Cernuda lo conoció en un gimnasio que ambos frecuentaban; el joven era campeón de culturismo y es evidente que la atracción de Cernuda se basaba únicamente en el plano físico; muy pronto intimó con el muchacho que había salido en su defensa varias veces en el gimnasio por su condición de extranjero. Quizás la relación no fuera tan inocente como el culturista, ya anciano, explica en las páginas de la biografía y en diversas entrevistas que se publicaron cuando se hizo pública su identidad; pero lo que es innegable es que fue una relación desequilibrada, donde Salvador fue el amado y Cernuda el amante, y que el poeta tal vez nunca le manifestara abiertamente sus sentimientos y la importancia de su relación. 

Este poema ahonda precisamente en este sentimiento. Se divide en cuatro estrofas de extensión desigual (5 versos, 7 versos, 8 versos y 5 versos), que adquiere cierta apariencia simétrica (las dos estrofas de 5 versos al principio y al final y las de 7 y 8, en la parte central). Las dos estrofas extremas son además las más regulares: la primera se compone de versos heptasílabos, y la última, de endecasílabos. Las otras dos estrofas combinan versos de 7, 9 y 11 sílabas libres (ritmo endecasilábico). 

En esa primera estrofa introductoria está la clave del título del poema. Cernuda se dirige a un "tú" (que no es él mismo, sino el amado), para confesarle que esa imagen que tiene de él no es más que una sombra del amor que el poeta siente. Es decir, su amor es la proyección de las fantasías y el deseo de Cernuda, que busca ese objeto amoroso "antes que el tiempo acabe" (es decir, antes de que acabe su vida). Esa "Sombra de mí" del título juega además con la ambigüedad de que el amado sea sombra de él mismo (por ser un hombre también y tratarse de un reflejo de su propia identidad, algo que ya vimos en la etapa inicial de Cernuda con el mito de Narciso), al tiempo que introduce la idea de que no se trata más que de un sueño, una ilusión pues no se trata de un amor correspondido.

Ese cuerpo se convierte así en "amor visible" (en la medida que no es imaginado), y el poeta describe en la segunda estrofa los sentimientos que le genera ese amor, que una veces se manifiesta en forma de sufrimiento, llanto y celos, y otras, como la elevación y la euforia que concede el enamoramiento, que disfrutan solo "los elegidos" (aquellos que están enamorados). 

En la tercera estrofa el poeta, consciente de la suerte que tiene por estar enamorado, reflexiona que si no hubiera encontrado a su amado, ese amor que tenía en su interior aguardando a que llegara alguien para manifestarse continuaría escondido, a la espera de ser despertado. 

Concluye por ello dándole las gracias, y con tres versos rotundos donde manifiesta de forma hiperbólica la importancia de ese amor (la influencia del romanticismo es clara en ellos): el poeta vino al mundo para esperar a su amado, para vivir por él, del mismo modo que el amado vive por el poeta, aunque lo desconozca, pues el amor que Cernuda siente por él es tan grande que da sentido a la existencia del otro, aunque ese amor no sea recíproco. Se cierra pues con un canto al amor exaltado que recuerda al espíritu de su otro gran poemario amoroso, Los placeres prohibidos (recuérdense poemas como "Si un hombre pudiera decir" o "Te quiero").

viernes, 7 de febrero de 2020

"Otra fecha" (de "Con las horas contadas")


Aires claros, nopal y palma, 
En los alrededores, saben, 
Si no igual, casi igual a como 
La tierra tuya aquella antes.

También tú igual me pareces,            5
O casi igual, al que antes eras: 
En él casi sólo consiste,
De ayer a hoy, la diferencia.


En tu hoy más que precario
Nada anterior echas de menos,         10

Porque lo ido está bien ido, 
Como lo muerto está bien muerto.

El futuro, a pesar de todo,
Usa un señuelo que te engaña: 

El sí y el no de azar no usado,           15
El no sé qué donde algo aguarda.


Tú lo sabes, aunque tan tibio
Es tu vivir entre la gente,
Pues si nada crees, aun queriendo, 

Aun sin querer crees a veces.            20

Este poema, escrito en México, parte de la reflexión sobre el parecido del paisaje del país americano con el de su Andalucía natal para centrarse en el paso del tiempo y los cambios que le trae su nueva vida en un nuevo país. 

Se compone de cinco estrofas de cuatro versos eneasílabos con rima asonante en los versos pares; es una adaptación de la copla de arte menor, estrofa utilizada por Cernuda quizás porque su contenido lo acerca a España. 

En la primera estrofa, una estructura trimembre ("Aires claros, nopal y palma", v. 1) describe el paisaje que Cernuda descubre a su alrededor, que le hace pensar en el de su tierra. El nopal, (la chumbera andaluza), es el nombre original de esa planta oriunda de México que se ha convertido en habitual también en Andalucía. 

El parecido que Cernuda reconoce en el paisaje le hace reflexionar que también él mismo le parece "casi igual" (v. 6) a como era entonces, siendo la única diferencia ese "casi" que introduce el matiz del paso del tiempo (segunda estrofa).

Pero a pesar de su situación precaria (Cernuda se traslada a México tras abandonar un trabajo estable en Estados Unidos y sin un porvenir claro en el sur), no echa de menos nada de su pasado español, y lo reafirma con dos versos rotundos: "Porque lo ido está bien ido,  / Como lo muerto está bien muerto" (vv. 11-12). EL futuro se presenta lleno de posibilidades; ese juego del "sí, no, no sé qué", simboliza las opciones aún no tomadas que le depara su nueva vida en México, todavía por escribir (estrofa cuarta).

El escéptico Cernuda, a pesar de la frialdad con la que acepta los planes de futuro, guarda en su interior un pequeño atisbo de esperanza, la creencia de que algo bueno está aún por llegar (estrofa quinta). 

La ultima estrofa resume a la perfección el estado de ánimo del poeta entonces, que se siente feliz en su nueva patria de adopción, México, aunque su vida sea inestable y esté llena de dificultades. Las expectativas son grandes y el poeta muestra confianza en el porvenir.

jueves, 6 de febrero de 2020

"In memoriam A.G." (de "Con las horas contadas")


"In memoriam A. G."

Con él su vida entera coincidía,
Toda promesa y realidad iguales,
La mocedad austera vuelta apenas
Gozosa madurez, tan demoradas
Como día estival. Así olvidaste,                            5
Amando su existir, temer su muerte.

Pero su muerte, al allegarle ahora,
Calló la voz que cerca nunca oíste,
A cuyos ecos despertaron tantos
Sueños del mundo en ti nunca vividos,                 10
Hoy no soñados porque ya son vida.

Cuando para seguir nos falta aliento,
Roto el mágico encanto de las cosas,
Si en soledad alzabas la cabeza,
Sonreír le veías tras sus libros.                             15
Ya entre ellos y tú falta de sombra,
Falta su sombra noble ya en la vida.

Usándonos a ciegas todo sigue,
Aunque unos pocos, como tú, os digáis:
Lo que con él termina en nuestro mundo               20
No volverá a este mundo. Y no hay consuelo,
Que el tiempo es duro y sin virtud los hombres.
Bien pocos seres que admirar te quedan.


Cernuda escribe este poema a la muerte del escritor francés André Gide, uno de sus autores fundamentales y guía en muchos aspectos de su propia vida. Gide había sido una lectura capital de su juventud. Lo conoció gracias al préstamo que le hiciera Salinas de varias de sus obras al inicio de su amistad.  André Gide será fundamental en la aceptación de su homosexualidad, pues en el pensador francés encuentra un modelo en el que reflejarse (Gide será uno de los primeros escritores que teorizan sobre la homosexualidad, alejándola de las connotaciones negativas que hasta entonces había tenido y de su consideración como enfermedad o pecado). Su lectura llevará a Cernuda a liberarse de la represión y a aceptar sus inclinaciones con naturalidad, y siempre lo tendrá por un escritor fundamental aunque con el paso de los años admita que su influencia en las generaciones más jóvenes  no fuera tan importante. 

El poema se divide en cuatro estrofas de extensión similar (seis versos, con excepción de la segunda estofa, que cuenta con cinco) de versos endecasílabos libres, sin rima.El título hace referencia a la locución latina "In memoriam" (en recuerdo), que se suele utilizar como dedicatoria póstuma a personas fallecidas; el poema es por tanto una elegía a la memoria de André Gide. Como es característico en esta etapa, Cernuda se vale de la segunda persona del singular para dirigirse a sí mismo.

La primera estrofa destaca la integridad del escritor, "Con él su vida entera coincidía / Toda promesa y realidad iguales", pues era consecuente con lo que decía, llevando a la práctica cuanto afirmaba. Su juventud había dado ya paso a la madurez, pero se trataba de una madurez tan sana, tan vigorosa ("Gozosa madurez, tan demoradas / Como día estival") que nada hacía presagiar su muerte ("Así olvidaste, /Amando su existir, temer su muerte").

Esa muerte es la que sirve de engarce entre la primera y la segunda estrofa, introducida por una conjunción adversativa ("Pero su muerte", v.7) ante la imposibilidad de evitarla. Cernuda nunca llegó a conocer en persona a Gide, de lo que se lamenta en el verso 8 ("calló la voz que cerca nunca oíste"), aunque el francés estuvo a punto de acudir a dar una conferencia a Estados Unidos, donde Cernuda ya residía, y este planeó asistir a verlo en persona. Esa voz que nunca oyó (aunque le llegó a través de los libros), sirvió en su juventud para despertar en Cernuda "sueños del mundo en ti nunca vividos" (v. 10), es decir, una visión de su sexualidad que ni imaginaba y que afortunadamente no se quedaron en sueños pues los pudo realizar: "Hoy no soñados porque ya son vida" (v. 11). 

El papel curativo que para Cernuda tenía Gide en los momentos difíciles ("cuando para seguir nos falta aliento / Roto el mágico encanto de las cosas", vv. 12.13), se desarrolla en la estrofa tres. En esas circunstancias, el poeta volvía la vista a los libros de Gide para en ellos encontrar consuelo: "sonreír le veías tras sus libros", v. 15. Por desgracia, ese papel mediador ha desaparecido, "Ya entre ellos y tú falta de sombra", pues su imagen se ha desvanecido con la muerte.

La estrofa final es de una tristeza infinita: Cernuda constata que la vida sigue ("Usándonos a ciegas todo sigue", v.  18), aunque algunos como él se den cuenta de que la pérdida del escritor es irreparable, pues lo que se va con él ya no volverá. Ante esta verdad, "no hay consuelo, / Que el tiempo es duro y sin virtud los hombres" (vv. 21-22). Rotundo, el poeta concluye con una afirmación que no admite réplica: "Bien pocos seres que admirar te quedan" (v. 23). A medida que va avanzando su vida y cumple años, es lógico que las figuras que han sido capitales para él vayan muriendo y cada vez le queden menos con vida. Esta confirmación no es más que la demostración de que su vida está también cada vez más cerca del fin.

miércoles, 30 de enero de 2019

"Nocturno yanqui" (de "Con las horas contadas")


"Nocturno yanqui"

La lámpara y la cortina
al pueblo en su sombra excluyen.
Sueña ahora,
si puedes, si te contentas
con sueños, cuando te faltan             5
realidades.


Estás aquí, de regreso
del mundo, ayer vivo, hoy
cuerpo en pena.
Esperando locamente,                      10
alrededor tuyo, amigos
y sus voces.


Callas y escuchas. No. Nada
oyes, excepto tu sangre,
su latido                                         15
incansable, temeroso;
y atención prestas a otra
cosa inquieta.


Es la madera, que cruje;
es el radiador, que silba.                  20
Un bostezo.
Pausa. Y el reloj consultas:
todavía temprano para
acostarte.


Tomas un libro. Mas piensas            25
que has leído demasiado
con los ojos,
y a tus años la lectura
mejor es recuerdo de unos
libros viejos,                                  30
pero con nuevo sentido.


¿Qué hacer? Porque tiempo hay.
Es temprano.
Todo el invierno te espera,
y la primavera entonces.                 35
Tiempo tienes.


¿Mucho? ¿Cuánto? ¿Y hasta cuándo
el tiempo al hombre le dura?
“No, que es tarde,
es tarde”, repite alguno                   40
dentro de ti, que no eres.
Y suspiras.


La vida en tiempo se vive,
tu eternidad es ahora,
porque luego                                  45
no habrá tiempo para nada
tuyo. Gana tiempo. ¿Y cuándo?


Alguien dijo:
“El tiempo y yo para otros
dos”. ¿Cuáles dos? ¿Dos lectores      50
de mañana? 

Mas tus lectores, si nacen,
y tu tiempo, no coinciden.
Estás solo
frente al tiempo, con tu vida            55
sin vivir.


                Remordimiento.
Fuiste joven,
pero nunca lo supiste
hasta hoy, que el ave ha huido
de tu mano.                                   60


La mocedad dentro duele,
tú su presa vengadora,
conociendo
que, pues no le va esta cara
ni el pelo blanco, es inútil               65
por tardía.


El trabajo alivia a otros
de lo que no tiene cura,
según dicen.
¿Cuántos años ahora tienes            70
de trabajo? ¿Veinte y pico
mal contados?


Trabajo fue que no compra
para ti la independencia
relativa.                                        75
A otro menester el mundo,
generoso como siempre,
te demanda.


Y profesas pues, ganando
tu vida, no con esfuerzo,                80
con fastidio.
Nadie enseña lo que importa,
que eso ha de aprenderlo el hombre
por sí solo.


Lo mejor que has sido, diste,          85
lo mejor de tu existencia,
a una sombra:
al afán de hacerte digno,
al deseo de excederte,
esperando                                     90
siempre mañana otro día
que, aunque tarde, justifique
tu pretexto.


Cierto que tú te esforzaste
por sino y amor de una                  95
criatura,
mito moceril, buscando
desde siempre, y al servirla,
ser quien eres.


Y al que eras le has hallado.           100
¿Mas es la verdad del hombre
para él solo,
como un inútil secreto?
¿Por qué no poner la vida
a otra cosa?                                  105


Quien eres, tu vida era;
uno sin otro no sois,
tú lo sabes.
Y es fuerza seguir, entonces,
aun el miraje perdido,                    110
hasta el día
que la historia se termine,
para ti al menos.


                         Y piensas
que así vuelves
donde estabas al comienzo             115
del soliloquio: contigo
y sin nadie.


Mata la luz, y a la cama.



Cernuda escribe este poema durante su etapa en la Universidad de Mount Holyoke, en Massachusetts. Para entonces Cernuda ya había visitado México y la vuelta a la sobria vida estadounidense (y a sus largos inviernos) se le hace muy difícil, como atestigua este texto. 

Se compone de 20 estrofas, de las cuales 11 son sextetos octosilábicos de pie quebrado (8 8 4 8 8 4) con versos libres, sin rima. El resto de las estrofas presentan la misma estructura pero con algún verso que excede el cómputo o que le falta (así, por ejemplo, la estrofa 5ª tiene 7 versos: 8 8 4 8 8 4 8, y la estrofa 6ª, 5 versos: 8 4 8 8 4). Pero en realidad se trata de un desplazamiento de un verso, que pasa de la estrofa 6ª a la 5ª. Tal y como analiza Gonzalo Sobejano, si se restituyen los versos a su lugar, en realidad el poema está compuesto de 18 sextetos, una estrofa irregular (la número 15ª, compuesta de 9 versos: 8 8 4 8 8 4 8 8 4) y una estrofa final, la 20ª, con un único verso octosílabo. 

Según la definición del DRAE, un nocturno es una "pieza de música [...] propia para recordar los sentimientos apacibles de una noche tranquila". Por extensión, en literatura se usa para referirse a un poema de ambiente nocturno, en gran medida contemplativo. Irónicamente, los sentimientos que genera al poeta la meditación nocturna no es en ningún caso apacible sino más bien lo contrario. El adjetivo que lo acompaña ("yanqui") hace referencia al lugar donde se produce la reflexión, y en él puede verse cierta carácter despectivo.  Está claro entonces que el ambiente norteamericano no agrada al poeta.

Soberano divide el poema en cinco partes, a las que asigna un subtítulo que resume su contenido: Espacio (estrofas 1ª-5ª), tiempo (6ª-11ª), trabajo (12ª-14ª), ideal (15ª-18ª) y soledad (19ª-20ª). 

La primera parte (estrofas 1ª-5ª) sirve de marco espacial. La cortina y la lámpara (que tanta importancia tuvieron en Perfil del aire) se convierten aquí en un medio para alejar al pueblo, distanciarse del mundo académico donde vive; Cernuda invita a soñar, que es la única alternativa para huir de la realidad. [estrofa 1ª]. Acaba de regresar de México ("el mundo"), donde estaba "vivo", para encontrarse encerrado en la fría ciudad norteamericana donde solo es "cuerpo en pena" que espera la llegada del nuevo verano y con él, el regreso al sur [estrofa 2ª]. En la casa solo hay silencio, y únicamente el latido de su corazón rompe la paz de la noche [estrofa 3ª]. Otros tenues sonidos se escuchan: el crujido de la madera, el radiador... El poeta consulta la hora: es temprano para acostarse [estrofa 4ª]. Podría leer, pero a su edad es mejor el recuerdo de los libros ya leídos analizados desde la nueva perspectiva de la madurez que leer otros nuevos [estrofa 5ª]. 

Esa referencia a la hora de la estrofa 4ª y la implícita al paso del tiempo de la 5ª introduce el tema de la segunda parte, la más extensa del poema (estrofas 6ª - 11ª). Cernuda no sabe qué hacer, a pesar de que tiene tiempo suficiente, de aquí a la primavera [estrofa 6ª]. De repente, se pregunta si verdaderamente le queda tanto tiempo, y se interroga por su propia mortalidad (¿"y hasta cuándo / el tiempo al hombre le dura?"). Unas voces en su interior le dicen que ya es tarde, y él suspira [estrofa 7ª]. Reflexiona entonces que la eternidad es el presente que ante nosotros se abre con sus posibilidades, y que debe aprovecharlas porque luego no podrá. Debe ganar tiempo, aunque el poeta no sepa "cuándo" [estrofa 8ª]. El refrán "el tiempo y yo, para otros dos" (que solía citar mucho Felipe II), significa que el tiempo ofrece muchas posibilidades al hombre a lo largo de la vida. Sin embargo, Cernuda toma la cita como literal, y se pregunta quiénes son esos dos, y los identifica con los dos lectores futuros que sí entenderán su obra. Pero al tratarse de personas por nacer, el poeta no llegará a conocerlos, con lo cual siempre estará solo [estrofa 9ª]. La siguiente estrofa [10ª], es una meditación sobre el paso de la juventud, que solo se constata cuando se llega a la madurez y ya no puede volver atrás. Sin embargo, en su interior el poeta no se siente mayor, y su juventud espiritual se siente encerrada en un cuerpo que no corresponde a su alma (las canas, la cara arrugada) [estrofa 11ª]

Comienza así la tercera parte del poema, dedicada al trabajo. A muchos les alivia dedicarse al trabajo, poner sus energías en ello para no pensar en "lo que no tiene cura" (el paso del tiempo, la decadencia, la vejez...); Cernuda lleva ya unos veinte años de trabajo [estrofa 12ª]. El trabajo supuso para él "la independencia / relativa", pues eso le permitía libertad, pero el mundo en realidad le pide que se dedique a otro menester, que es en realidad el que le corresponde: la creación poética [estrofa 13ª]. Su trabajo como profesor le permite mantenerse no con esfuerzo sino con fastidio (conocida es la animadversión de Cernuda por la enseñanza, a la que se dedicaba porque no le quedaba más remedio pero que no le gustaba nada). Sentencia que que las cosas importantes no puede enseñarlas nadie, pues esas las aprende el hombre por sí mismo [estrofa 14ª]. 

La cuarta parte (estrofas 15ª-18ª) se centran en el ideal y es la de mayor vuelo lírico del poema. El poeta entregó lo mejor de sí mismo "a una sombra" (algo que no era real, solo un atisbo, un reflejo de la realidad), ese deseo nunca cumplido que aguarda que llegue y que dé sentido a su espera (el ideal amoroso, nunca alcanzado) [estrofa 15ª]. Vuelve entonces la vista atrás y recuerda el amor juvenil (la relación con Serafín) que le habría permitido "ser quien eres", manifestar de manera abierta su condición [estrofa 16ª]. En ese punto reconoce el poeta que ya se ha encontrado a sí mismo y su verdad, pero que no sabe si debe guardarla como un secreto y dedicar sus energías a algo diferente [estrofa 17ª]. Concluye que su yo presente es producto de las experiencias vividas ("Quien eres, tu vida era; / uno sin otro no sois"), y que debe seguir esa búsqueda, aunque sea un espejismo que se sabe falso de antemano ("aun el miraje perdido"), y que seguirá mientras su vida continúe [estrofa 18ª]. 

La última sección, la más breve, se centra en la soledad (estrofas 19ª-20ª). Terminado el monólogo interior que lo ha tenido ocupado parte de la noche (y que es el poema que hemos leído), el poeta vuelve al principio: Cernuda solo se tiene a sí mismo y está solo [estrofa 19ª]. "Mata" la luz (muy expresivo el uso del verbo para referirse a que lo apaga) y se va a la cama [estrofa 20ª], probablemente condenado a una noche de insomnio donde seguirá dándole vueltas a las mismas ideas. 

Todo el poema conforma pues un monólogo interior, donde la segunda persona del singular es desdoblamiento del poeta para dirigirse a sí mismo, y donde recorre sus obsesiones (el paso del tiempo, el deseo inalcanzable, la firme determinación a seguir adelante) mezclado con las circunstancias particulares de su vida en Estados Unidos (que detesta) en oposición al  México idealizado donde ha pasado el reciente verano (y con el que sueña). 

"Con las horas contadas" (1950-1956)


En 1949 Cernuda viaja de vacaciones a México. La visita supuso un verdadero choque para el poeta, que desde su salida de España en 1938 no había vuelvo a pisar un país de habla hispana. El reencuentro con su lengua y con una cultura mucho más cercana a la suya que el puritanismo anglosajón que cada vez soportaba menos, le hizo replantearse su vida y despertar del letargo en que se hallaba inmerso. 

La vuelta a Nueva Inglaterra en septiembre lo sume en la añoranza de México, donde se ha sentido como en casa y se ha encontrado con viejos amigos que llevaba años sin ver. Emprende la escritura de Variaciones sobre tema mexicano, libro de poemas en prosa como Ocnos que refleja sus impresiones en el país. Vuelve en los veranos de 1950 y 1951, y es entonces cuando conoce a Salvador Alghieri, el que será su último amor. Finalmente, en 1952, se traslada a México de manera definitiva.

El amor y el México provocan un cambio sustancial en Cernuda, revitalizando su poesía. México representa una nueva versión del paraíso perdido, de su Andalucía natal, idealización del sur, frente al norte industrializado, frío y conservador que había sido para él Nueva Inglaterra. Cierto que el libro es una continuación del tono sobrio de Vivir sin estar viviendo (se aprecia en "In Memoriam A.G.", "Águila y rosa", "El elegido" o "Retrato de poeta") pero ese tono se va diluyendo a medida que avanza el poemario y Cernuda va adoptando un estilo más sencillo y directo. Se decanta por poemas breves y en verso corto, que tienden a la canción, usando un lenguaje mucho más coloquial y vivo (sirva como ejemplo "Otra fecha", "Soledades" o "Pasatiempo"). Hay, como es lógico, muchos temas ya consustanciales al autor que vuelven a repetirse en el libro: España, el exilio, la oposición entre los valores del norte y los de los países meridionales, y el paso del tiempo, que había aparecido en el libro anterior. En concreto, el título del volumen hace referencia a la percepción de Cernuda de que su tiempo se acaba, de ahí que intente disfrutar al máximo de lo que le resta de vida.  

Curiosamente, tras el rechazo frontal a la rima que había manifestado con anterioridad, la retoma en forma asonante en este libro; su mejor ejemplo, los textos que componen Poemas para un cuerpo. Se trata de una colección de dieciséis poemas que podría tomarse como un poemario independiente (de hecho, se publicará por separado en Málaga en 1957) y que constituye una serie amorosa que contiene lo mejor del libro. En composiciones escritas a lo largo de varios años que alternan el heptasílabo y el octosílabo, Cernuda reflexiona sobre el amor, el objeto de deseo y el cuerpo del amado. Aunque se trate de textos sobrios y breves, son de una gran hondura expresiva y apasionada fuerza. Cernuda, eterno exiliado, parece haber hallado su nueva patria en México. 

En este período es importante también señalar que comienza su reconocimiento en España. En 1955, el grupo de poetas cordobeses que editaban la revista Cántico le dedican un homenaje que supone el descubrimiento para muchos de un poeta exiliado que no había vuelto a editar un libro en el país desde 1936.

"Birds in the night" (de "Desolación de la Quimera")

"Birds in the night" El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida En esa casa de 8 Great College Street,...