viernes, 30 de noviembre de 2018

I (de "Primeras poesías")


   I

  Va la brisa reciente
      por el espacio esbelta,
        y en las hojas cantando
   abre una primavera.

          Sobre el límpido abismo
   del cielo se divisan,
       como dichas primeras,
      primeras golondrinas.


         Tan sólo un árbol turba
             la distancia que duerme,
   así el fervor alerta
         la indolencia presente.


         Verdes están las hojas,
   el crepúsculo huye.
         anegándose en sombra
  las fugitivas luces.


     En su paz la ventana
restituye a diario
   las estrellas, el aire
           y el que estaba soñando.

El poema que abre Primeras poesías ha sufrido un cambio desde la versión primitiva publicada en Perfil del aire. Cernuda estiliza la expresión y abandona las exclamaciones que lo abrían para rebajar su expresividad. 

Se compone el poema de cinco cuartetas heptasílabas con rima asonante en los versos pares. Dicha rima  cambia en cada cuarteta ("e-a" en la primera, "i-a" en la segunda, "e-e" en la tercera, "u-e" en la carta y "a-o" en la quinta).  Como particularidad métrica, en el verso 14 no se realiza la sinalefa entre "crepúsculo" y "huye" porque la segunda palabra comienza por sílaba acentuada, lo que rítmicamente suele provocar que no se unan las sílabas.  

Se describe en las dos primeras estrofas una visión tradicional de la primavera que puede identificarse con la juventud del poeta. Su ímpetu se manifiesta en forma de brisa, que parece ser la fuerza que genera esa energía (una primera referencia al aire, elemento fundamental en el libro si recordamos además su título original, Perfil del aire). Esa brisa atraviesa las hojas del árboles y las hace sonar ("y en las hojas cantando"), y parece como si ella misma fuera el inicio de la primavera. El cielo, visto desde la perspectiva del suelo se presenta como "un límpido abismo" en el que se destacan las primeras golondrinas, anuncio de la primavera. Este paisaje estilizado solo se rompe con la presencia de un árbol, que "turba la distancia que duerme". Es el único elemento que se superpone en el perfil del horizonte, del mismo modo que el fervor (el entusiasmo, el deseo) rompe la tranquilidad.

La presencia del árbol en la estrofa central no es gratuita; las dos primeras muestran ese paisaje dominado por la brisa y un horizonte que solo quiebra ese árbol. La temporalidad ocupa la cuarta estrofa; se trata del atardecer, las hojas se ven verdes todavía, pero enseguida el sol se pone y todo queda sumido en la oscuridad. Y es en ese momento cuando aparece el marco desde el que se contempla ese paisaje: la ventana que se abre al exterior y que con la noche permite la contemplación de las estrellas y la entrada del aire. Pero la noche también permite que vuelva a su sitio "el que estaba soñando", el poeta, perdido en las ensoñaciones que provoca ese instante intenso. La tranquilidad que gozaba y que interrumpió el fervor (del mismo modo que el árbol se interponía en la vista) es la que recupera el poeta al final, devuelto a la paz de la noche. 

Se anuncian así en este poema algunos de los temas que dominarán a lo largo del poemario:  la calma fracturada por deseos repentinos, el poeta arrastrado por sentimientos arrebatados, la noche como entorno propicio, el contraste entre el espacio interior y el exterior o la soledad.

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