lunes, 10 de diciembre de 2018

VIII (de "Primeras poesías")


     VIII

     Vidrio de agua en mano del hastío.
     Ya retornan las nubes en bandadas
   por el cielo, con luces embozadas
    huyendo al asfaltado en desvarío.


     Y la fuga hacia dentro. Ciñe el frío,
      lento reptil, sus furias congeladas;
        la soledad tras las puertas cerradas
  abre la luz sobre el papel vacío.


    Las palabras que velan el secreto
      placer, y el labio virgen no lo sabe;
    sueño maravillado que indolente 


       entre sus propias nieblas va sujeto,
          cantando como un humo. Y sólo cabe
la belleza fugaz bajo la frente.


Segundo poema añadido a Primeras poesías, supone un cambio con respecto a las estrofas empleadas en Perfil del aire. Es uno de los dos sonetos incorporados; este se publicó por primera vez en la Revista de Occidente en 1925. Está compuesto por versos endecasílabos con rima consonante con estructura ABBA ABBA CDE CDE. Como particularidad métrica, en el primer verso se produce la sinalefa en "de agua" pero no en "agua en" por necesidades métricas.

Las nubes se muestran metafóricamente como "vidrio de agua en mano del hastío", por estar bajo el influjo del viento caprichoso, como aclaran el segundo y tercer verso. "Hastío" caracteriza así la sensación que produce en el poeta esa volatilidad, carente de firmeza. Las nubes vuelven, empujadas por el viento, con "luces embozadas" pues la claridad no llega a atravesarlas. Esto obliga al poeta a refugiarse en el interior de la casa ("Y la fuga hacia dentro"). En el exterior, el frío, "lento reptil" (por ser su sangre fría) extiende poco a poco "sus furias congeladas". El poeta recurre al único escape que se le ofrece: la poesía, representada en ese "papel vacío" que queda iluminado como centro de la escena, dentro del encierro de su habitación.

Los tercetos se centran en la creación del artista; entregado a la escritura, el poeta deja constancia de su "secreto placer" esa inclinación que deja entrever en su obra. Se trata de un placer que aún no conoce ("el labio virgen no lo sabe"): la entrega amorosa es un deseo que todavía no ha alcanzado. Ese deseo se muestra como una realidad desdibujada, perdido entre nieblas y "cantando como un humo". La presencia del sueño (aparecido ya en poemas anteriores) marca ese espacio de ensoñación en el que se mueve el poeta, rodeado de unos sentimientos etéreos, poco definidos: sueños, deseos dominados por la imaginación y la fantasía. Pero según la apreciación del poeta, es la única manera de presentarlos, como concluyen los dos versos finales: "Y solo cabe / la belleza fugaz bajo la frente". Cernuda considera que esa pasión únicamente puede realizarse a través de la literatura, esa belleza que pasa rápido frente a él por medio del poema escrito. Derek Harris encuentra en esa introspección del poeta ciertos rasgos de la contemplación narcisista que se repetirán en otros textos del poemario.      

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