martes, 25 de diciembre de 2018

XVII (de "Primeras poesías")


   XVII

 No es el aire puntual
        el que tiende esa sonrisa,
    en donde la luz se irisa
      tornasol, sino el cristal;    
          que de tan puro, imparcial,
      su materia transparente
       hurta a los ojos, ausente
 con imposible confín,
         porque su presencia en fin 
        tan sólo el labio la siente.

Este poema es el tercero de los añadidos a Primeras poesías que no pertenecían a Perfil del aire. Se trata de una décima (diez versos octosílabos con rima consonante y cuya estructura es abbaaccddc), que se publicó originariamente en la revista Verso y Prosa en 1927. Se trata pues de un texto coetáneo de los contenidos en Perfil del aire aunque no apareciera en la primera edición del libro. 

El poema en esta ocasión está dedicado al cristal de la ventana. Es habitual que Cernuda dedique las décimas a los llamados "poemas de objetos" que le permiten, por medio de un uso ingenioso de las metáforas y las imágenes, ofrecer una visión inédita de un elemento cotidiano (lo hemos visto en ejemplos anteriores, como en el poema II, el poema IV o el poema XI). 

Los cuatro primeros versos de la décima explican que el efecto óptico que parece dotar al aire de una sonrisa se debe al paso de la luz a través del cristal, cuyo reflejo ("tornasol") provoca la sensación visual. Al ser tan transparente el cristal y estar tan limpio, es imposible que el ojo note su presencia ("su materia transparente / hurta a los ojos"), de tal modo que sus límites físicos (su "imposible confín") solo pueden ser percibidos por el labio que se posa sobre él, reconociendo así su existencia. 

Aunque pueda entenderse el texto como un nuevo juego poético, prefigura la oposición entre la realidad y el deseo que será constante en Cernuda al presentar el contraste entre la apariencia errónea a la vista y la presencia real al tacto. En el texto hay ecos del poema Tornasol de Jorge Guillén (tal y como ocurría en el poema XV), pero como analiza Derek Harris en su estudio, la intención de uno y otro poeta es completamente diferente, y este poema ilustra las divergencias entre ambos. Frente a la guilleniana "residencia en el mundo", llena de optimismo, Cernuda ofrece una visión de aislamiento, encerrado en la habitación tras el cristal contra el que pega su cara.    

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