Donde habite el olvido fue escrito entre la primavera de 1932 y la de 1933. Se publicó en 1934 y constituye el segundo poemario publicado por el autor (recuérdese que los tres libros anteriores -Égloga, Elegía, Oda, Un río, un amor y Los placeres prohibidos- no se darán a conocer al completo hasta la primera edición de La realidad y el deseo en 1936) tras la traumática experiencia de Perfil del aire.
Como confiesa el propio Cernuda en Historial de un libro, tras el descanso después de escribir Los placeres prohibidos, nacido de su experiencia amorosa, consideró que su filiación con el surrealismo había llegado a su fin. Ya había explotado los recursos que el movimiento de vanguardia le había aportado y seguir utilizándolos habría sido trivializar su quehacer poético.
Una vuelta a los orígenes será la que oriente su nueva expresión poética: la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Bécquer había sido su primera lectura poética de adolescente, y servirá de inspiración para su quinto poemario. De hecho, el título del libro se extrae de un verso de la rima LXVI de Bécquer. El cualquier caso, no se debe olvidar que un poso de romanticismo siempre había aparecido en la poesía de Cernuda, y que ya en algunos poemas de Los placeres prohibidos se apreciaba con claridad (recuérdese "Te quiero").
Del mismo modo que la segunda sección de La realidad y el deseo (Égloga, Elegía, Oda) es la que menos satisface al poeta desde el punto de vista estético, es la quinta sección (Donde habite el olvido) la que menos le convence desde una perspectiva ética, y le provoca rubor y humillación. Esto de debe al fuerte componente autobiográfico del libro, surgido del desengaño amoroso con Serafín Fernández Ferro, y que muestra la escasa madurez afectiva que el poeta tenía entonces a través de su candidez, su egoísmo y su cobardía. La "S" en forma de serpiente que adornó la primera edición del poemario en 1934 se mantiene en la primera edición de La realidad y el deseo como un velado homenaje al inspirador de los poemas que lo componen.
El tema principal de Donde habite el olvido es el fracaso del amor y los sentimientos que genera esa pérdida: celos, despecho, rabia y dolor. Cernuda sigue en esto el ejemplo del poeta decimonónico. El neorromanticismo de esta etapa se basa en las experiencias desgraciadas en el amor que Bécquer recoge en sus poesías; frente al lirismo apasionado de los poemas dedicados al amor en las Rimas, Cernuda se queda con aquellos que giran en torno a la pasión horrible formada por lo más duro y amargo: lo que queda cuando el amor pasa.
El libro está formado por diecisiete poemas, que al igual que en el modelo becqueriano, van numerados y no llevan título (salvo dos excepciones); son poemas breves, de pocas estrofas, en su mayoría de arte menor, donde hay algunas canciones. Como ratifica Agustín Delgado, "podrían considerarse como un conjunto de partes de un solo poema de título igual al libro, pero cuya construcción no es arquitectural, sino que es un solo tema de dieciséis variaciones y un final-puente con el libro posterior".
El prólogo del poemario (reproducido en la imagen superior) explica con algo de cinismo que los hombres inventaron el amor para compartir el frío interior que sentían, y que siguiendo el ejemplo de los erizos, el resultado fue desastroso. El uso de la metáfora del erizo es muy adecuada pues describe con acierto el carácter arisco y huraño que Cernuda mostraba en ocasiones. Después del amor, no queda nada; o solo "el recuerdo de un olvido" (título de un poema de Manuel Altolaguirre) que Cernuda se dispone a exponer en los poemas siguientes.
Una vuelta a los orígenes será la que oriente su nueva expresión poética: la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer. Bécquer había sido su primera lectura poética de adolescente, y servirá de inspiración para su quinto poemario. De hecho, el título del libro se extrae de un verso de la rima LXVI de Bécquer. El cualquier caso, no se debe olvidar que un poso de romanticismo siempre había aparecido en la poesía de Cernuda, y que ya en algunos poemas de Los placeres prohibidos se apreciaba con claridad (recuérdese "Te quiero").
Del mismo modo que la segunda sección de La realidad y el deseo (Égloga, Elegía, Oda) es la que menos satisface al poeta desde el punto de vista estético, es la quinta sección (Donde habite el olvido) la que menos le convence desde una perspectiva ética, y le provoca rubor y humillación. Esto de debe al fuerte componente autobiográfico del libro, surgido del desengaño amoroso con Serafín Fernández Ferro, y que muestra la escasa madurez afectiva que el poeta tenía entonces a través de su candidez, su egoísmo y su cobardía. La "S" en forma de serpiente que adornó la primera edición del poemario en 1934 se mantiene en la primera edición de La realidad y el deseo como un velado homenaje al inspirador de los poemas que lo componen.
El tema principal de Donde habite el olvido es el fracaso del amor y los sentimientos que genera esa pérdida: celos, despecho, rabia y dolor. Cernuda sigue en esto el ejemplo del poeta decimonónico. El neorromanticismo de esta etapa se basa en las experiencias desgraciadas en el amor que Bécquer recoge en sus poesías; frente al lirismo apasionado de los poemas dedicados al amor en las Rimas, Cernuda se queda con aquellos que giran en torno a la pasión horrible formada por lo más duro y amargo: lo que queda cuando el amor pasa.
El libro está formado por diecisiete poemas, que al igual que en el modelo becqueriano, van numerados y no llevan título (salvo dos excepciones); son poemas breves, de pocas estrofas, en su mayoría de arte menor, donde hay algunas canciones. Como ratifica Agustín Delgado, "podrían considerarse como un conjunto de partes de un solo poema de título igual al libro, pero cuya construcción no es arquitectural, sino que es un solo tema de dieciséis variaciones y un final-puente con el libro posterior".
El prólogo del poemario (reproducido en la imagen superior) explica con algo de cinismo que los hombres inventaron el amor para compartir el frío interior que sentían, y que siguiendo el ejemplo de los erizos, el resultado fue desastroso. El uso de la metáfora del erizo es muy adecuada pues describe con acierto el carácter arisco y huraño que Cernuda mostraba en ocasiones. Después del amor, no queda nada; o solo "el recuerdo de un olvido" (título de un poema de Manuel Altolaguirre) que Cernuda se dispone a exponer en los poemas siguientes.
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