domingo, 27 de enero de 2019

"Invocaciones" (1934-35)




Invocaciones se escribe entre 1934 y 1935El título primitivo del libro era Invocaciones a las gracias del mundo, pero Cernuda decidió recortarlo a partir de la 3ª edición de La realidad y el deseo (1958) porque lo consideraba un poco "engolado y pretencioso". 

Se compone la colección de diez poemas extensos (el más breve, "El viento de septiembre entre los chopos" tiene 40 versos, y el más largo, "El joven marino", 147) que contrasta con el poemario anterior, mucho más concentrado.  El propio Cernuda explica que sentía agotada en él la línea poética que, a semejanza de Machado y Juan Ramón Jiménez, se canaliza a través de poemas breves. Necesitaba mayor dimensión y amplitud para expresar las ideas que bullían en su interior, de ahí que optara por poemas que permitían una mayor divagación y un estilo más opulento, siguiendo además la estela romántica que acababa de retomar en su poemario anterior. 

Ya hemos comentado al hablar de Donde habite el olvido que Cernuda opta por seguir el modelo de Bécquer, y con ello inicia un nuevo camino que lo llevará al romanticismo inglés y alemán, que no había dejado apenas huella en España, más pegado al modelo francés de Victor Hugo. Un primer paso en ese camino es Baudelaire, del que toma su búsqueda de la belleza a través del arte, y a quien dedica el poema "La gloria del poeta", que concluye con la idea de la muerte liberadora, de origen romántico. 

Tal y como explica Miguel J. Flys, esas "gracias" a las que apela en el título son las mismas que lo han acompañado siempre: el amor, la belleza, la poesía, la soledad y la tristeza. Tal y como nos recuerda Armando López Castro, en las religiones antiguas había dos formas de oración: la plegaria y la invocación. En la plegaria se suplica por algo; en la invocación, hay un sacrificio para llamar a los dioses. El poeta se sacrifica a sí mismo en el acto de petición. En este caso, se llama a las Gracias, que en la tradición neoplatónica se presentaban como servidoras de Venus, de ahí que sean símbolo del amor.  

Pero ese amor hay que entenderlo a la luz del paganismo contagiado de su visión del mundo clásico. Se trata de un universo soñado, poblado de dioses y semidioses que pueblan una naturaleza ajena a la civilización humana y a su poder destructivo. El panteísmo, la belleza casi divina del cuerpo, el contacto con la naturaleza, son algunos de los temas que asoman en los poemas de InvocacionesHay una evidente relación con el mundo clásico de Égloga, Elegía, Oda, pero sin la rigidez y estatismo que Cernuda otorgó a los poemas de su segundo poemario. Este mundo clásico se enriquece con la visión moral no cristiana, la libertad, la soledad y la búsqueda de la pasión pagana, que en parte hereda de esa tendencia romántica de la que hemos hablado. 

En la revitalización de estos temas jugó un papel importante la lectura de Hölderlin. Como reconoce el poeta, antes de componer el "Himno a la tristeza" comenzó a leer y a estudiar al poeta alemán. Con la ayuda del poeta alemán Hans Gebser, amigo de Cernuda que reside en Madrid por aquellos años, traduce algunos poemas de Hölderlin, que serán publicados en la revista Cruz y Raya en 1936. Su influencia en el sevillano será capital, y no solo en este poemario, como él mismo expresa: "[el] conocimiento [de Hölderlin] ha sido una de mis mayores experiencias en cuanto poeta". 

Cuando se publique al año siguiente La realidad y el deseo, Juan Ramón Jiménez, en su reseña al volumen que compila toda la producción poética de Cernuda hasta entonces, el maestro reconocerá en la última sección (Invocaciones a las gracias del mundo) el nacimiento de una nueva sensibilidad poética en el sevillano. De hecho, ese nuevo estilo (que posee una identidad propia) constituye el eje que separa la etapa anterior de la que desarrollará a partir de su marcha de España y que constituye su voz más personal y madura. A pesar de que no posee la unidad de otros libros (como Donde habite el olvido o Los placeres prohibidos) y que se trate del libro menos biográfico del autor, posee una pasión y una fuerza arrolladora, que lo hacen uno de los poemarios esenciales de su producción anterior a la Guerra Civil, como defienden Maristany o Luis Antonio de Villena. 

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