martes, 29 de enero de 2019

"Amando en el tiempo" (de "Como quien espera el alba")


"Amando en el tiempo"


El tiempo, insinuándose en tu cuerpo,
tal la nube de polvo en fuente pura,
aquella gracia antigua desordena
y clava en mí una pena silenciosa.

Otros antes que yo vieron un día,                    5
y otros luego verán, cómo decir
la amada forma esbelta, recordando
de cuánta gloria es cifra un cuerpo hermoso.

Pero la vida solos la aprendemos,
y placer y dolor se ofrecen siempre                 10
tal mundo virgen para cada hombre;
así mi pena inculta es nueva ahora.

Nueva como lo fuese al primer hombre,
que cayó con su amor del paraíso
cuando viera, tal cielo ya vencido                    15
por sombra, envejecer el cuerpo amado.


   Este breve poema de Cernuda es uno de los últimos que componen el libro Como quien espera el alba. Se divide en cuatro estrofas de cuatro versos cada una (cuartetos), de versos endecasílabos libres (sin rima). Su contenido meditativo y trascendental debe mucho a las lecturas de poetas ingleses, así como a la tradición clásica española, pues su tema responde a uno de los grandes tópicos literarios, el tempus fugit

   Cernuda medida sobre el paso del tiempo contemplando su efecto sobre el cuerpo. El uso del "tú", que ya comentamos en la introducción al libro, puede entenderse como una referencia al propio poeta, aunque también puede estar referida al amado. En este último caso, ese amado es más una ensoñación que una realidad, o es el resultado de la meditación de Cernuda, que recuerda a sus antiguos amantes y reflexiona sobre cómo el paso de los años habrá estropeado la belleza de sus cuerpos. Esta última última hipótesis parece ser la más acertada; el tiempo, de forma sutil, se hace visible en un cuerpo que en el pasado destacó por su atractivo. Esta idea provoca la tristeza del poeta ("clava en mí una pena silenciosa", v. 4). En el v.3 hay una referencia clara al famoso verso "el viento mueve, esparce y desordena" de Garcilaso del soneto XXIII (que trata también el tema del tempus fugit), que acentúa la idea de que el poema está dirigido a otra persona. 


   En la segunda estrofa, el poeta admite que otros antes que él (v. 5), y otros después (v. 6) se maravillarán ante la belleza del cuerpo amado, que hace pensar en la divinidad por la perfección que puede llegar a mostrar ("de cuánta gloria es cifra un cuerpo hermoso", v. 8); sin embargo, dicha hermosura está unida inevitablemente a la fugacidad, al envejecimiento y a la muerte. Aceptar dicha verdad es el contenido de la tercera estrofa, donde el poeta reconoce que solo aprendemos por la propia experiencia ("Pero la vida solos la aprendemos", v. 9): por mucho que hayamos oído la recomendación en boca ajena, el placer y el dolor "se ofrecen siempre / tal mundo virgen para cada hombre" (vv. 10-11), y todo lo que nos sucede, al ser la primera vez que nos pasa, nos parece que nadie lo ha vivido antes. "Así mi pena inculta es nueva ahora", "nueva" por ser la primera vez que el poeta se plantea esa reflexión e "inculta" por desconocimiento de tantos testimonios anteriores que nos advierten de ello.

   La estrofa final insiste de manera hiperbólica que esto ya fue así para el primer hombre (Adán), que fue expulsado del Paraíso por seguir los consejos de Eva ("su amor"), y que perdió la inmortalidad para contemplar cómo envejecía el cuerpo de su amada, por la que había renunciado al Jardín de Dios. La constatación del paso del tiempo se acentúa así con la ejemplificación de que ha sido así desde el inicio de la humanidad, y que lo seguirá siendo en el futuro: Con este cierre escéptico y pesimista Cernuda introduce un tema que se volverá recurrente en poemas posteriores. 

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