lunes, 21 de enero de 2019

"No decía palabras" (de "Los Placeres Prohibidos")


"No decía palabras"

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,                                           5
un mundo cuyo cielo no existe.


La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño                                                          10
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.


Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo                                              15
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo. 


Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.     20





Este poema es uno de los más famosos del libro, donde Cernuda intenta dar respuesta a lo que significa el deseo y de qué manera se despierta en él.

En la primera estrofa se presenta la figura de un amante que no hablaba, que no necesitaba recurrir a la palabra porque el deseo se expresa de otra manera, por medio del lenguaje corporal, que de manera tan gráfica Cernuda describe en el v. 2 ("Acercaba tan solo un cuerpo interrogante"). El cuerpo es "interrogante" porque no sabe si la atracción es correspondida, si sus deseos se reflejan en el otro. Pero esa interpelación que el amante dirige al objeto de sus miradas no puede recibir respuesta, porque "el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe". El poeta consigue definir con acierto y un gran poder evocativo el significado del deseo, pues el verdadero deseo no alcanza nunca resolución, se queda latente en un infinito estado de contemplación. Cernuda amplia aún más esta idea en los dos versos siguientes: "una hoja cuya rama no existe, /                       un mundo cuyo cielo no existe". El deseo no tiene causa, no tiene nexo, no forma parte del orden establecido, y no se puede pretender darle una respuesta coherente.   

En la estrofa siguiente se describe por medio de unas imágenes muy orgánicas el camino que recorre el deseo desde que nace en las entrañas del cuerpo hasta que sale al exterior y se manifiesta. El deseo está muy unido a la parte más instintiva del ser humano, a la parte más animal, de ahí que se recurra a estas metáforas que muestran el deseo como algo biológico. Pero a pesar de ese origen natural, vuelve a convertirse en una pregunta que se lanza al aire ("en interrogación vuelta a las nubes"). 

A continuación se analizan distintas situaciones que provocan la aparición del deseo: un roce, una mirada, un simple gesto (vv. 12-13) que llevan a que "el cuerpo se abra en dos" (otra imagen visceral que refleja esa entrega que genera la pasión amorosa) para recibir en sí a otro cuerpo. En los versos siguientes se aclara la identidad de ese otro cuerpo "mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne / iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo" (vv. 16-17). Al igual que ocurría en algunos poemas de Un río, un amor, (como por ejemplo "Todo esto por amor") se expone de forma explícita que se trata de un amor homosexual que busca un cuerpo igual. Algunos críticos, como Maristany, han visto en estos versos una referencia al mito hermafrodita contenido en El banquete de Platón.

La conclusión del poema retoma la definición de deseo de los vv. 3-4, modificando "cuya respuesta no existe" por "cuya respuesta nadie conoce", dejando abierto un rayo de esperanza (v. 20), pues se pasa de la inexistencia al desconocimiento.

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